Vivimos tiempos donde la dictadura de lo políticamente correcto campa a sus anchas. A uno ya no le dan la oportunidad de elegir, sino que lo hacen por él. A ustedes o a mí las cosas nos vienen dadas. Ni siquiera tenemos derecho a tomar una postura, porque ésta se decide de antemano. Digo esto por la suspensión del concierto del cantante Francisco. Como saben, el artista colgó en las redes sociales –auténticas sentinas de la sociedad donde muchos chapotean- insultos impresentables hacia la vicepresidenta de la Comunidad Valenciana, Mónica Oltra. Pues bien, le faltó tiempo a nuestro Consistorio para ponerse en guardia. Es decir, para plantearse la supresión del vínculo contractual entre cantante y Ayuntamiento vía alquiler del Teatro Jovellanos. Y el resultado final es de sobra conocido: Divertia, la sociedad municipal que gestiona los eventos, decidió ayer cancelar el concierto que iba a tener lugar el viernes que viene. Bajo el eufemismo de evitar posibles “desórdenes públicos”, lo que hubo fue un veto en toda regla por parte de lo políticamente correcto. Francisco no da el recital previsto en el Jovellanos porque sus declaraciones –insisto, más desafortunadas imposibles- son consideradas machistas. A este paso cualquiera que actúe aquí va a tener que pasar a la fuerza el nuevo filtro autoimpuesto. Veremos a ver a quién le toca el año que viene. Al ciudadano no se le da la oportunidad de ir o no a un espectáculo en señal de rechazo, sino que se hace lo que presuntamente más le conviene. A este paso, digo, nos vamos a acabar metiendo en silogismos de imposible resolución. El futbolista del Barcelona, Leo Messi, ha defraudado a Hacienda. Así lo ha dicho un magistrado esta misma semana. Pregunto, ¿se le va a impedir pisar El Molinón cuando venga con su equipo? ¿No es también muy reprobable y socialmente mal visto –más en un personaje de esta relevancia- el evadir impuestos de forma millonaria? Creo que con la suspensión del concierto de Francisco no se hace ningún favor a Gijón. En cierta manera, se está coartando la libertad de los gijoneses para expresar su opinión, que de ninguna manera tiene porque ser violenta o similar. Quien quiera censurar la actitud de Francisco siempre tiene la oportunidad de no ir a su concierto y punto. Lo mismo que cambiar de canal en televisión cuando una opinión no gusta, o pasar página en este periódico si esta columna le resulta repulsiva. Sin embargo, tal parece que en esta ciudad es el Consistorio quien va a realizar esta función por nosotros. En fin, ni que fuéramos menores.