El caso se ha resuelto a las pocas horas: la niña de la foto era de origen marroquí. Ahí la pueden ver, en compañía de su familia. Fue un periodista quien dio con ella, lo cual, francamente, dice bien poco en favor de la policía. Pero lo que a mí más me sorprendió fue la actitud de las personas que tomaron la foto, a la postre, una pareja de turistas españoles. La chica, según cuentan, acudió a la comisaría más cercana con la misma y, no contenta con el trato recibido, se fue directamente con su abogado a la embajada británica. Ayer mismo, en la emisora de radio a la que cedió la foto, se afanaba en repetir una y otra vez que se trataba de Madeleine sin ninguna duda (además añadió que quería trabajar de periodista, ya saben…). Si siguieron la entrevista convendrán conmigo que su actitud no correspondía en absoluto con el buen samaritano que quiere simplemente ayudar, sino que parecía más bien la de un cazarecompensas. En fin, todo el caso ha tomado una dimensión tan mediática que aparecerán niñas como “Maddie” por cualquier lugar del mundo. Clara Torres, que así se llama la autora de la fotografía, parecía que, aparte de ayudar, quería también su cuota de gloria (y de dinero, quizá) añadida por todo este asunto. No le hubiéramos puesto ni el más mínimo reparo si la pista hubiera sido buena, pero…