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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El fondo inmobiliario.

Resulta claro que nuestro Consistorio es el principal agente inmobiliario de la ciudad. Dicho de otra forma: quien adquiere o pone en uso todos los edificios nobles que van quedando. Me refiero a que, de momento, tiene la antigua fábrica de tabacos de Cimadevilla (en rehabilitación por 4,8 millones de euros), la Escuela de Comercio (reforma de 3,4 millones), y una nueva adquisición en ciernes: Quinta La Vega en Jove (1,3 millones). Esta última, si quieren, la más curiosa de todas. El equipo de gobierno se empeñó en comprarla a la Autoridad Portuaria para, dicen, que pueda ser de uso público. Esto es, que se abran los jardines y sea un centro de industrias limpias. Objeto, sin duda, difuso y que no sabemos muy bien qué representa. Además, considera que va a ser un elemento dinamizador de la zona Oeste. Es decir, una especie de motor de barrios castigados, tanto por la contaminación, como por la desindustrialización que sufrieron en la década de los ochenta y noventa. Pues bien, yo entiendo que lo más necesario para esa parte de Gijón es otra cosa bien distinta: un pozo de tormentas.  De poco vale tener un edificio tan singular si después, en cuanto vienen lluvias fuertes y pleamar, el barrio de La Calzada acaba inundado por completo. Sin embargo, lo más chocante son las pegas que le pone Puertos del Estado a la operación. Los burócratas de Madrid quieren un informe jurídico porque tienen dudas sobre el procedimiento que se quiere utilizar. O sea, que ser adjudicado de forma directa al Ayuntamiento, en su opinión, puede no ser legal. Hay que sacarlo a subasta para que otros compradores –en cuatro años no se interesó nadie- pujen en feroz competencia. Algo que me suena igual que lo que está pasando con la sede histórica del Puerto en El Muelle. Está en venta, nadie tiene intención de comprarla ni por asomo, y a un inversor que desea alquilarla para un hotel de cinco estrellas le ponen todas las trabas del mundo. Magnífica forma de gestionar el patrimonio. Toda una lección. Aparece un comprador para Quinta La Vega –el único posible, la verdad- y encima quieren marearlo. Según se escucha, el profundo fondo inmobiliario municipal incluso debería aumentar. Incluiría, por ejemplo, los antiguos juzgados de la calle Pendres Pando (edificio sin uso y del Principado), o la Casa Sindical de Sanz Crespo (en mal estado). Dicho lo cual, no sabemos muy bien hasta dónde debería llegar la capacidad de compra de inmuebles –y sobre todo mantenimiento- del Ayuntamiento en nuestro Gijón del alma.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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