Como suele suceder cíclicamente, más si cabe en tiempos de crisis, el debate sobre el despido vuelve a la palestra. En esta ocasión, promovido desde la patronal madrileña. La propuesta que se hace es la de crear un «contrato de crisis» que tenga como indemnización 20 días por año. Lo cual, a su juicio, serviría para que se contrataran a más trabajadores al ser, lógicamente, su posterior despido, mucho más barato en caso de necesitarlo. Dicha medida tendría, según la patronal, un carácter coyuntural, es decir, sólo para fomentar el empleo en estas circunstancias, pero, posteriormente, si el experimento sale bien, se podría ampliar para todo el sistema.
Bien, en la última reforma laboral, los incentivos de pasar contratos temporales a fijos, costaron al Gobierno la friolera de 4.000 millones de euros. Con lo cual, obviamente, estamos hablando de algo (el hacer fijo al trabajador con 20 o 45 días de indemnización) que al empresario siempre le cuesta mucho trabajo. Además, sólo con ver los datos del desempleo actual (665.000 temporales se fueron a la calle según la última EPA) se da cuenta uno de a quién está afectando más la crisis y eso, incluso con menor indemnización, seguiría exactamente igual. Pero también, hay que considerar lo siguiente. Nuestro mercado laboral no es tan dinámico como, no sé, por ejemplo, el norteamericano. Aquí cuando se despide a un trabajador -y más a ciertas edades- le resulta más difícil encontrar un nuevo puesto, por tanto, si eliminamos esa protección que significa el contrato fijo, ¿no estaríamos hablando quizá de cercenar garantías de los trabajadores?