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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Chorradas.

La noticia saltaba ayer: a una conocida empresa gijonesa de diseño gráfico e impresión digital le instan a retirar un cartel. El Instituto Asturiano de la Mujer considera que «contiene un símbolo de la discriminación sexista: las características físicas de la mujer». Se lo describo. Una muchacha de espaldas, con ropa  deportiva blanca y glúteos de gimnasio, sujeta un aro. Evidentemente, el tono bronceado de la piel y sus buenas proporciones llaman la atención. Digo yo que para eso lo hacen. El sentido de cualquier publicidad del mundo está precisamente en esto: que uno se pare a mirarla. De hecho, hemos visto cientos de veces a modelos masculinos y femeninos en ropa interior formando parte del paisaje urbano. La verdad, a veces con  imágenes mucho más impactantes que la de la joven en cuestión. El póster, de grandes dimensiones, se encuentra situado en el barrio de El Carmen. Yo, personalmente, lo conozco ahí de toda la vida. ¿Cometí el delito de mirar a la chica? Sí, claro. Ahora bien, el objeto del mismo no es la modelo, sino que la empresa puede hacer reproducciones de ese tamaño y calidad. El Principado, a través de su ente, les ha mandado una carta donde dice que su publicidad «utiliza el cuerpo de la mujer como mero objeto impactante para atraer la atención de hombres y mujeres». Volvemos a lo mismo. ¿Qué publicidad del mundo no lo hace? ¿Qué es un modelo (masculino o femenino) si no alguien que llama la atención por sus características físicas? No contentos con esta chorrada, los del Instituto, van con una segunda. Según los guardianes o guardianas de la pulcritud sexista se representa a la moza «definida bajo el prima de la mirada masculina». Pregunto, ¿hubiesen respondido igual si el modelo fuese un hombre musculado y atlético en calzoncillos? ¿Hubiesen considerado también la foto «sexista y vejatoria»? Ah, ¿pero pensaban que no había una tercer chorrada? Pues sí. La infracción cometida es que «la modelo es joven, perfecta y con características inalcanzables para la mayoría de la población femenina». Miren ustedes, siempre quise parecerme a los maniquís de las tiendas de ropa: esbeltos y delgados. En cambio, soy bajito y regordete. No entro en sus tallas ni de coña. Sin embargo, nunca se me ocurrió pedir que los retiraran de los escaparates porque eran una mala influencia. La empresa del cartel asegura que no va a quitar la fotografía. Tiene mi total apoyo. Lleva veinte años en ese mismo escaparate sin ofender a nadie, hasta que una queja ciudadana pretende cargárselo. A este paso, va a haber que cogérsela con papel de fumar.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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