Poco a poco el PSOE se va adentrando en la «tierra del mal menor». Un lugar, así identificado por Javier Fernández, en el cual se pierde lo menos posible. Es, sin duda, un territorio frío, inhóspito y casi cruel. Donde la disidencia interna es muy fuerte y los ataques externos también. Recordemos que la gestora que rige a los socialistas siempre apostó –de manera cabal, no me cansaré de repetirlo- por llevar al partido hacia una abstención que permita un Gobierno del PP. Sin embargo, esa larga marcha hacia el «mal menor» está siendo convulsa. Cada vez que se produce una asamblea o debate surge la discrepancia. Algunos, como el PSC, han dicho bien a las claras que seguirán manteniendo el no a Rajoy; pese a que el Comité Federal diga otra cosa en cuanto se pronuncie. Será, no lo duden, todo un espectáculo ver cómo el PSOE se resquebraja en el Parlamento. Además, retransmitido con máxima audiencia probablemente durante el último fin de semana de este mes. Pero, por si fuera poco, los ataques externos también le llueven. Principalmente, los provenientes de Podemos que cree haber olido un cadáver político a distancia. Juan Carlos Monedero, el conocido politólogo, dejó en su visita a Gijón varias perlas en ese sentido. Había venido para presentar una iniciativa de la formación morada, ahora bien, eso fue lo de menos, lo importante estuvo en sus embestidas descarnadas contra los socialistas. Dijo cosas como que Fernández y los barones habían perpetrado un «golpe de estado», y que consideraba muy difícil pactar con el actual PSOE. Claro, él prefería a Pedro Sánchez: a la postre, mucho más dócil y que siempre quiso parecerse a Podemos. Y a fe -como se está viendo- que casi lo consigue. Monedero, a su vez, piensa que el socialismo «está en los últimos cinco minutos de la película» y que «no tiene líderes ni ideología». Vamos, que está políticamente muerto. Desde luego, al profesor de la Complutense eso de interferir en los procesos internos de otros partidos le va. Arenga a sus fieles presagiando un derrumbe socialista en toda regla, sin considerar para nada los 137 años de su historia. A él, como a Podemos en general, lo que le interesa es el barullo, la rebelión de las bases contra sus dirigentes. Al río revuelto siempre le van a sacar provecho tal y como pasó con IU. Monedero lo sabe y por eso renueva sus soflamas incendiarias contra el bipartidismo: PSOE y PP son lo mismo. En fin, volvamos al principio. Como ven, el camino hacia la «tierra del mal menor» está lleno de trampas y peligros. No obstante, créanme, es el mejor lugar al que dirigir un PSOE herido, que no muerto.