Como siempre que se habla de pensiones el tema degenera en ruido. Bronca política, miedo ciudadano, desencuentros entre unos y otros, alarma social; en definitiva, nada nuevo. Si recuerdan, durante los años noventa, el famoso «si viene la derecha os va a quitar las pensiones» de Alfonso Guerra sirvió como lema de campaña. Y ayer, la oposición en el Congreso, hizo exactamente lo mismo al decir que sólo un gobierno suyo podría garantizar las mismas. En fin, que como estamos hablando de algo atávico -el terror de cualquier persona a que no tenga medios para subsistir más allá de su vida laboral- entran en juego muchas variables emocionales a considerar. Y, por tanto, se juega con las mismas en función de los intereses políticos de cada momento. Pero, veamos que hay de verdad en toda esta polémica.
El origen de todo, el informe del Banco de España a petición del Pacto de Toledo, parece que no se lo leyó nadie (incluido el ministro de Trabajo). Sobre el mismo se han construido una serie de fantasías que conviene desmenuzar, porque, con tanto ruido insisto, nadie tiene claro lo que dice. Observen si no lo que se ha dicho y la realidad.
«Se propone bajar las pensiones». Falso. Habla de una revaloración estricta de las mismas ligada al IPC. Es decir, no se puede subir un 2 por ciento porque es el previsto, para luego ver que éste es negativo. En otras palabras: no se pueden utilizar las pensiones como arma electoral en función del gobierno de turno.
«El sistema se colapsará». No. Dice que el actual mecanismo de solidaridad intergeneracional (los que trabajan pagan a los que no) tiene un límite. Hacia el 2060 el peso de las pensiones será de un 15 por ciento del PIB (ahora es del 7,6) y, por eso, se tendrá que buscar otras vías de financiación (quizá con impuestos) o reformar el actual si se quiere seguir así (calcular la pensión en función de toda la vida laboral). De ahí, a decir que no está garantizado va un trecho largo como comprenderán.
En resumen, el Banco de España no ha planteado nada que no se haya dicho y puesto en práctica en países como Francia o Alemania. Ahora bien, nuestra concepción del Estado como garante del sistema de pensiones es algo inamovible. Vean si no como los planes privados son mínimos, complementarios o, sin ir más allá, directamente no existen en la vida de un individuo.