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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El reto del maniquí.

La última tontería consiste en quedarse parado. Quieto como un estafermo mientras otros, ¡faltaría más!, lo graban con el móvil. A ella se ha apuntado todo tipo de gente. Desde equipos de fútbol, famosos o cualquier friki que pasa por la calle. El reto consiste en aguantar lo más posible. Si el tonto del culo puede estar durante horas sin mover una pestaña, mejor. Su vídeo se convertirá en viral y recibirá miles de visitas para goce lúbrico. Eso sí, puede que acabe con un dolor en el cuerpo brutal ante la inmovilidad, pero eso no le importará ni lo más mínimo porque habrá conseguido más «Me gusta» que nadie. Pues bien, a los que intenten batir el récord de esta pijada ya les digo que lo tienen perdido por antemano. Dicho título está en Gijón y lo ostenta el Ministerio de Medioambiente a cuenta del saneamiento de la ciudad. Lleva parado (o casi) desde el año 1991, o sea, la friolera de 25 años. Y para más inri, justo cuando pensábamos que esta foto fija iba a moverse, ¡zas!, aparece la sentencia del Tribunal Supremo que declara ilegal la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de la zona Este. Denunciado esto y puesto el grito en el cielo, es decir, que la materia fecal de 90.000 gijoneses va directamente al mar, parecía que no cabía mayor desgracia. Pues no. La Comisión Europea ha decidido llevar a España ante el Tribunal de Justicia por el incumplimiento –reiterado y contumaz, diría yo- de las normas en materia de tratamiento de aguas. Ya en abril de 2011 había una sentencia que le obligaba a depurar las aguas residuales, sin embargo, el reto del maniquí para el ministerio había comenzado incluso mucho antes. Ahora, la cosa no tiene solución. Serán sobre 46,5 millones de euros de multa por no tener saneados 17 puntos urbanos, entre ellos, claro está, nuestra ciudad. Además, también conlleva una sanción diaria de 171.217 euros, por otra parte, bien merecida y sin que haya disculpa posible. En nuestro caso, seguimos igual. Antes del verano se armó una gran polvareda por la paralización de la EDAR, pero desde Madrid no aportan ninguna solución. Se fía todo a que la Justicia -¡cuán largo me lo fiais!- se apiade y dé por buena una instalación fuera de la legalidad. Eso de volver a instalar los filtros para tener, si cabe, un tratamiento mínimo parece que no se va a hacer. Medioambiente da largas mientras aquí seguimos hiperventilando. A la más mínima mancha que está flotando por el mar –como sucedió en La Ñora en septiembre- saltan todas las alarmas.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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