Últimamente vengo notando lo siguiente. Las empresas -sobre todo las grandes compañías- quieren compensar su caída de ventas a base de estrujar al consumidor. Sí, como se lo cuento. Al tener que responder ante unos accionistas que quieren obtener dividendos pese a la mala coyuntura, se dedican a fomentar ingresos atípicos o, directamente, las triquiñuelas. Miren si no estos ejemplos.
Uno. Los recibos de la luz se han incrementado una barbaridad sin saber muy bien por qué. De facturar bimensualmente ahora, en teoría, se hace mensual. En todo este cambio hay medidas confusas, ofertas que no entiendes y, en general, lo que se nota es que las eléctricas tienen que obtener resultados como sea. Por tanto, al consumidor sólo le queda ver como en iguales condiciones paga más, ya que, el método por el cual se factura, sigue siendo un misterio mayor que el de Fátima.
Dos. Se están publicando los resultados del primer trimestre en bancos y cajas de ahorro. Como no podía ser de otra manera, presentan beneficios. Eso sí, para salvaguardar un poco las apariencias son algo menores que el año anterior. Detrás de todo esto hay cosas como: la bajada efectiva del Euribor no la nota nadie, las comisiones se han incrementado, o, sigo sin dar un préstamo y ejecuto la hipoteca a la tercera cuota impagada.
Y tres. Pese a que el barril del petróleo está en mínimos históricos, la gasolina sigue sin bajar. La que yo uso, la súper 98, la pagué ayer a 1,08 euros y vengo observando como, semana tras semana, continúa incrementándose sin ningún pudor.