La crisis está poniendo a prueba, no sólo a los gobiernos, sino también a otras organizaciones como los sindicatos. El otro día, con motivo del 1 de mayo, tuvimos un ejemplo más. A mí los discursos que se desarrollaron me dejaron completamente indiferente. Vi por televisión las declaraciones de sus líderes y, la verdad, ni fu ni fa. Se marchó contra el Gobierno, la banca, el capital, la CEOE… pero sin aportar nada nuevo. Ni una sola idea fuera del discurso clásico. Pidiendo al cielo que lo resolvieran los demás, porque, al fin y al cabo, se contempla a las organizaciones sindicales como algo estático cuyo único fin sería el convocar una huelga general y poca cosa más. Supongo que a los más de 4 millones de parados esto no les dará ningún consuelo. Si quien tendría que tener una participación activa en esta destrucción masiva de empleo, se dedica a salir a la calle con consignas que valen para Madrid o Pekín, mal vamos.