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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Por un tubo.

Como toca negociar las cuentas para el año que viene, lo escucharán muy a menudo: el presupuesto tiene que ser más social. Es, como en su día pasó con la inversión, el nuevo mantra. Efectivamente, hubo una época –que en absoluto echo de menos- donde lo que se llevaba era el presupuesto inversor. Se reservaban millones para hacer carreteras por las que apenas pasaban coches, trenes sin pasajeros o infraestructuras que nadie utilizaba. Bien lo sabemos en Gijón: tomen si no el ejemplo del metrotrén, la zona de actividades logísticas, la regasificadora, etcétera. Sin embargo, ahora sucede lo contrario: un presupuesto tiene que reflejar gasto social a granel. Cuanto más, mejor y sin diferenciar si es eficaz o no. Lo importante es que la partida crezca cada año hasta el infinito y más allá. Vean si no lo que está pasando en nuestra ciudad. El otro día, en la negociación para el presupuesto de la Fundación Municipal de Servicios Sociales, se llegó a un acuerdo para incrementar las ayudas en 2,4 millones de euros. Perfecto, si esas son las necesidades de los más desfavorecidos, sin duda, hay que cubrirlas.  Ahora bien, el problema es que este dinero se reserva sin ningún tipo de análisis riguroso. Sin saber cómo, a quién o por qué se va destinar dicha cantidad. De hecho, los grupos que promovieron el incremento (IU y Xixón Sí Puede), a la hora de explicarlo, no pasaron de formular vaguedades y generalizaciones. Decían que se podía ayudar a comprar o reparar un electrodoméstico, gastos de ortopedia, gafas… A lo cual pregunto, ¿y por qué no a teléfonos móviles, ordenadores o tabletas, cacharros sin las cuales la gente ya no podemos vivir? Para más inri, el empeño de estos grupos es poner en marcha una renta social básica en el municipio. Es decir, un ingreso mínimo garantizado que chocaría de frente con lo que ya se hace desde el Principado. Ojo, que se destinan 3,6 millones de euros para ello, sin conocer la compatibilidad con el salario social asturiano del que disfrutan más de 5.000 personas en nuestra ciudad. Y menos mal que se rebajaron las pretensiones iniciales (sobre 8 millones de euros), si no hubiese superado el límite de deuda. Como digo, gasto social por un tubo repartido como quien tira arroz a las palomas: donde caiga. Pregunto, ¿no estamos acaso creando una burbuja? El presupuesto de Gijón, ¿va a ser siempre así? ¿Subir el gasto social y punto? Entonces, ¿para qué queremos a los políticos? ¿No se podía hacer esa mera gestión de reparto de fondos con técnicos? ¿Dónde están los proyectos o las nuevas ideas en un presupuesto así concebido?

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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