Primero. Por mucho que se quiera enmascarar, la abstención ha sido muy importante. Si tenemos en cuenta que en unas Generales la participación se encuentra por encima del 70 por ciento, estamos hablando de un 25 por ciento menos. Vale, si eso se quiere ver de forma positiva o poner excusas, pues bueno, allá cada uno; pero yo no lo interpreto así. Creo que al ciudadano no le motiva la forma en la que se está construyendo Europa y eso se traduce en absoluto desdén. Lo veo como cuando un chigre se encuentra medio vacío. Algo estará haciendo mal cuando los de al lado -comicios generales, autonómicos o locales- están mucho más llenos.
Segundo. Crisis, 1; Gobierno, 0. Ése podría ser el resumen de la jornada de ayer para los socialistas. Han tenido un toque de atención al ver como caían casi 5 puntos en voto con respecto a 2004. Un correctivo importante, pero no severo. Tengan en cuenta que muchos gobiernos (véase el caso británico) se han hundido, mientras que otros (francés, alemán o italiano) han sobrevivido bastante bien. En el caso español, se ha quedado a la mitad. El votante ha mostrado su disconformidad con la mala de gestión de la crisis, pero aún les deja margen. Creo que su electorado ha decidido castigarles no participando, antes que cambiar el voto hacia otras opciones.
Y tercero. El Partido Popular vende su victoria como un cambio de ciclo político. Hombre, la verdad, sacar apenas un 1 por ciento más de votos que en el 2004, no es para mostrar tanta euforia. En unas circunstancias tan desfavorables para el Gobierno, a mi juicio, la diferencia tendría que haber sido mayor. Un análisis frío de los resultados diría que, su supuesta victoria en las Generales, sería muy difícil con unos resultados así. Pero, bien, por lo menos permiten a Mariano Rajoy tomar un poco de aire y seguir su camino hacia el 2012. Aunque, para mí, no sin dudas.