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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Un cadáver que huele.

Lo que está muerto hiede, se corrompe, tiene mal aspecto. Es lo que le pasa al túnel de metrotrén: un cadáver en plena descomposición. Las fotos del enorme tubo inundado sacadas a la luz por Xixón Sí Puede –un tanto que se apunta, sin duda, junto con el video de las roturas del emisario submarino de Peñarrubia- ponen los pelos de punta. No ya sólo porque está lleno de agua y tal parece un canal de piragüismo, sino también por el estado de mantenimiento en general de una obra que costó, ojo, 138 millones de euros. Dicen los geólogos que esto también es una forma de conservación, que inundado se evitan costes de bombeo y no afecta para nada a su estructura. Efectivamente, técnicamente pude ser una forma de embalsamar al muerto, sin embargo, nadie en esta ciudad lo quiere ver así. Más que nada, porque nos recuerda que es un proyecto fallido. Que a su degradación física y abandono se une también la moral. Que han pasado ya diez años desde que finalizó su construcción (2006) y el Ministerio de Fomento no sabe qué hacer con él. Su referencia, el plan de vías, se encuentra parada: inmóvil como una piedra. Ni siquiera sabemos a ciencia cierta dónde va a ir situada la estación intermodal que lo conecta y le da sentido, ni por supuesto, existe algún proyecto serio que nos diga cuáles (y dónde)  van a ser sus paradas a lo largo del recorrido. Lo único que tenemos es un agujero –un gran agujero- que se pudre bajo nuestros pies. Porque, curiosamente, en la visita del nuevo ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, apenas se habló de la conexión ferroviaria de esta ciudad. Según parece, se circunscribe todo a que lo que se diga y haga en la sociedad Gijón al Norte: ese monumento a la inutilidad que lleva sin reunirse desde marzo. Por tanto, tenemos túnel de metrotrén inundado para rato. No va a ser esta legislatura, ni siquiera para la que viene, cuando veamos que alguien se preocupe por él. No va a ser, ni mucho menos, esa especie de maravilla de ingeniería que pretendía llevar un suburbano por las entrañas de Gijón hasta el Hospital de Cabueñes. Si acaso, veremos una versión reducida y mínima del mismo. Una suerte de apaño «low cost» que justifique de la mejor forma posible este despropósito. Que lo dejen así otros diez años más que no pasa nada, que siga bajo el agua como si fuese la ciudad de Alejandría. Total, como dicen los Hijos del Hierro en la popular serie Juego de Tronos: lo que está muerto no puede morir.

Feliz Navidad a todos.

 

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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