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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Efectos colaterales.

Poco a poco Xixón Sí Puede e IU van dejando la renta social municipal a su antojo. Puliéndola como un diamante porque es su obra, su aportación ideológica inequívoca a esta legislatura que estamos disfrutando (o más bien, padeciendo). Por mucho que Foro quiera hacerla suya a toda costa: lo siento, señora Moriyón, nunca lo será. Esta ciudad tendrá una Renta Social Municipal-Plan de Emergencia Social porque así lo han querido esos dos grupos. Ellos le sacarán rédito político y podrán vender el producto como un logro ante su electorado. Lo demás –me refiero al equipo de gobierno de Foro, claro- sólo es un mero instrumento a su servicio. Pues bien, si ya las bases en la primera redacción eran bastante ambiciosas –se pretendía que nadie en Gijón obtuviese menos de 532,5 euros mensuales- ahora le dan una vuelta de tuerca. Esos ingresos mínimos garantizados pasan a ser de 665,64 euros. Esto es, el salario que muchos, sobre todo jóvenes, reciben en los primeros trabajos. Si uno de los problemas que le achacan a estas rentas universales es que desincentivan la búsqueda de empleo, imagínense al ir subiendo ese ingreso básico que se le ofrece al individuo. Además, y como complemento, si también bajamos la edad mínima de acceso (de 23 años a 18) el cóctel resulta perfecto: fomentaremos en Gijón una generación donde les sale más rentable quedarse en casa que trabajar. Por otra parte, puestos a eliminar barreras vamos con otra: el año de padrón. Antes, como es lógico, se exigía estar viviendo aquí durante ese tiempo ya que, recuerden, es un sistema implantado con nuestros impuestos locales. Sin embargo, se han añadido excepciones tan «sui generis» que, oigan, no dejan de ser curiosas. Por ejemplo, no hace falta ese periodo de convivencia a quienes abandonaron la ciudad «por causas políticas» cuando eran menores. Dicho de otra manera: a los niños exiliados de la guerra civil. No se me ocurre otro colectivo. Faltaría más si no se sumase a la causa el tema favorito de la izquierda. Tampoco a los refugiados de cualquier tipo que, desgraciadamente, hay por el mundo. Mientras que en Europa hay un debate intenso y profundo sobre la capacidad de absorción, aquí, en nuestro trozo de paraíso natural, les garantizamos 1.065,02 euros mensuales por familia de cuatro miembros. Ya me dirán si esto no produce un efecto llamada. Es decir, si más de un refugiado que llegue a España va a elegir Gijón, no ya porque existan más oportunidades de trabajo que en ningún otro sitio, sino por el generoso sistema de subvenciones municipales. Lo cual, permítanme que se lo diga, es triste. Muy triste, diría yo.

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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