Como la tontería viaja muy rápido –casi a la velocidad de la luz- voy a dar un aviso. Más que nada, porque lo que les cuento se produce apenas a treinta kilómetros y no vaya a ser que llegue aquí también. En Oviedo acaban de aprobar la revisión de su Plan General de Ordenación (PGO). El concejal del ramo, Ignacio Fernández del Páramo, lo justifica con lo de siempre. Esto es, la necesidad de «cambiar el modelo» y toda la demagogia que se suele utilizar para estos casos: que si una ciudad más integradora, sostenible, de consenso… En una palabra: blablablá. Pues bien, no contento con eso el edil pone énfasis en un concepto nuevo y sorprendente: el «urbanismo de género». Pretende que el futuro PGO combata lo que a su juicio (delirio diría) representa el machismo imperante en el modelo actual. «La ciudad es un ser vivo que se ha venido desarrollando desde hace años, con una parte del patriarcado diseñando un modelo determinado que queremos revertir», asegura. No sé, ¿han entendido algo? ¿Alguno de ustedes ha visto en el Oviedo de toda la vida semejante cosa? ¿Se han parado a pensar que igual no hay el mismo número de estatuas femeninas que masculinas en los parques y plazas? ¿O que los nombres de las calles seguro que no son paritarios? ¿O que el peatón del semáforo siempre es un hombre? En fin, como les dé por hacer «urbanismo ideológico» a los del tripartito la suma de disparates puede ser tremenda. Una apoteosis de la tontería al más alto nivel. Pero, por si esto fuera poco, Fernández del Páramo, sigue introduciendo utopías en su idea de cómo debe ser la capital. Por ejemplo, el «derecho al sol». Se refiere, entiendo, a que los edificios deberían de estar siempre orientados hacia el astro y no obstaculizar nunca su influencia. En Gijón, sin ir más lejos, la norma se traduciría en que la primera línea de playa jamás se hubiese construido. Tampoco, por supuesto, inmuebles que tuviesen orientación norte o en calles estrechas. A lo mejor, digo yo, también se le ocurre que, al igual que los girasoles, los pisos vayan dando vuelta desde el orto al ocaso. Todo ello, supongo, porque es muy ecológico y mola un montón. En definitiva, que en Oviedo se lo van a pasar de cine confeccionando su nuevo PGO. Si ya es una cuestión difícil y compleja de por sí –bien lo sabemos en este trozo de paraíso natural- el gobierno municipal va a aportar una buena dosis de ideología para que no le falte de nada. De hecho, la empresa que quiera llevarse el contrato de la revisión tendrá a la fuerza que «aportar otra visión del espacio público pensada desde el punto de vista del género». ¡Toma!