Según la concejala de Bienestar Social, Eva Illán, la Fundación Municipal de Servicios Sociales está desbordada. Vamos, que no puede más. En octubre del año pasado finalizó la convocatoria de ayudas contra la pobreza energética, y todavía 1.689 beneficiarios están sin cobrarlas. O sea, que han pasado el invierno sin que su Ayuntamiento, nunca mejor dicho, les dé calor. Sostiene Illán para justificarlo que, desde el comienzo de la crisis, la Fundación ha duplicado el presupuesto y número de prestaciones que da. Todo ello, ojo, en palabras de la concejala «con el mismo personal». En situación parecida se encuentra también la Empresa Municipal de Vivienda (EMVISA). Con los datos en la mano, uno de cada cuatro alquileres que se firma en nuestra ciudad está subvencionado por el Consistorio. Cifra récord y que no ha parado de crecer desde que se ofrece esta línea de ayudas. En 2016 se concedieron casi cuatro millones de euros para atender a 3.896 familias, pero en el ejercicio actual se espera aún más. Cualquier día, ya lo verán, desde EMVISA lanzarán también un SOS al verse superados. A todo esto, hay que añadir los retrasos crecientes en el cobro de las subvenciones a la mejora de la eficiencia energética en los edificios, accesibilidad y eliminación de barreras arquitectónicas de los portales, etcétera. En resumen, que el «Gijón social» sube y sube sin que el Ayuntamiento sepa cómo hacerle frente. No contento con esto, con que ya tenía un bocado que no podían masticar, el Gobierno municipal decidió escalar el Everest. Esto es, poner en marcha la madre de todas las ayudas, el maná por excelencia: una renta social sin «demasiados controles burocráticos». Condición «sine qua non» que exigió la izquierda (Xixón Sí Puede e IU) para acceder a que tuviésemos presupuestos. No sé, si ya estamos viendo que ante una convocatoria cualquiera la gente se apunta de forma masiva (tengan o no derecho las solicitudes hay que estudiarlas), imagínense lo que puede suceder con una prestación que pretende ser universal. Es decir, tal y como dijo nuestra Alcaldesa, Carmen Moriyón, que en Gijón nadie viva por debajo de una renta básica mensual garantizada. Pregunto, ¿de verdad van a poder controlar este tsunami que se les viene encima? Si el compromiso de esta ciudad es el mayor en su historia –prácticamente, no hay ninguna situación de exclusión que no esté amparada -, ¿hacía falta meterse en camisa de once varas? Las posibilidades de que el número de solicitantes para la futura renta social municipal sea infinito, son más que altas. ¡A ver qué nos cuentan luego cuándo no se le pueda hacer frente!