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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Dudas.

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La candidatura de Susana Díaz genera dudas. Las mismas que ella tuvo a la hora de aceptarla. Recuerden que fue la última en sumarse a las primarias en el PSOE y, casi, me atrevo a decir, a regañadientes. Hizo falta incluso apelar a una hipotética obligación moral para conseguirlo. Es más, diseñó una campaña tranquila y plácida para navegar, como un velero a favor de viento, hacia una victoria segura. Los actos –mucho menos concurridos que los de Pedro Sánchez– no levantaban ningún tipo de pasión. O si no, díganme en la presidenta andaluza alguna frase a destacar, argumento, lema o coletilla. Así era todo hasta que… llegó la presentación de avales. Entonces, y como quien cae de un guindo, los «susanistas» se dieron cuenta de que había que cambiar el ritmo. Esperaban sacarle a Sánchez una diferencia brutal que, al final, se quedó sólo en 6.000 avales. Todo un desafío, un reto para el aparato que se había volcado en este proceso. Desde entonces, Susana Díaz ya no es tan «light» y afila cuchillos. Sugiere que el bello Pedro no ha conseguido ganar ningún tipo de elección, mientras que ella sí. Procura arrinconarlo para que parezca una fotocopia de Podemos, e intenta trasladar la imagen de un secretario que destruiría el socialismo clásico que gobernó este país. La batalla se ha vuelto tan cruenta –insultos, descalificaciones y crispación por doquier- que ha generado una segunda duda: la de la validez de las propias primarias como sistema de elección. El ex presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Íbarra, dice que era mejor cuando se realizaba mediante congresos. Esto es, con el juego de los delegados y pasillos, claro, el río no se salía del cauce. El problema, según lo veo, es que no hay vuelta atrás. Dentro del PSOE son toda una institución –quizá el partido que mejor las hace- y abandonarlas sería como dar la espalda al afiliado. Decirles que su opinión no interesa. Lo dicho: ya no hay quien las pare. Pero existe una tercera duda aún más gorda: la de los posibles votantes. Efectivamente, la decisión de los afiliados puede no coincidir con la de los electores. Realmente, la que vale e interesa. Lo hemos visto en los recientes comicios franceses. Todos los candidatos elegidos mediante un sistema de primarias abierto –a izquierda o derecha- se pegaron un batacazo. En el caso de ser Susana Díaz la próxima secretaria general, la incertidumbre que me asalta es si querrá imponer también el modelo económico andaluz a nivel de España. El de más paro juvenil de Europa, el de la región campeona en el desempleo, el de un sistema público mastodóntico que teje redes clientelares, ¿sigo?

 

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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