Creo que aciertan aquellos que califican de «conjunto de medidas» a la nueva Ley de Economía Sostenible. Más que nada, pienso, porque son tan dispares que, miradas una a una, tienen el rango casi de vademécum, de recetario para solucionar determinados problemas. Así, sorprende que ahora se regulen las temperaturas en espacios públicos sean o no éstos de la Administración. Acaso, pregunto, ¿se van a crear un cuerpo de inspectores de temperatura para los locales? También, el que se pueda crear una empresa en un día es sin duda positivo, pero, digo yo, ¿es ése el problema para atajar el 20 por ciento de paro que se nos viene encima? Entiendo, pues, que esta es una ley menor con carácter parcial. Las grandes reformas que necesita nuestra economía –pedidas incluso a nivel internacional- deben de ser de mucho más calado. Necesitamos, por ejemplo, reformar el mercado laboral, o el sistema financiero en sus cajas de ahorro (no sólo los sueldos de los ejecutivos, como ahora se insinúa), o un sistema educativo eficaz que fomente la investigación. En definitiva, el último país que saldrá de la crisis requiere taza y media de reformas, no sólo media.
Acabo de leer el famoso editorial publicado por 12 periódicos catalanes. «La dignidad de Catalunya», sinceramente, me pareció todo un manifiesto de defensa. Algo así como cuando se intuye una amenaza de gran calado. A mí me parece un hecho inaudito el que la prensa se una para este tema. Ni siquiera en el fallido golpe de estado del 23-F se produjo. Pero, en fin, soy asturiano. Aquí la reforma «light» de un estatuto «light» no se pudo acometer. Unos por otros fueron dejándolo ahí aparcado, especialmente desde el partido popular, hasta quedar muerto. Somos, por tanto, la antípoda de una Cataluña que, por lo visto, se siente agredida al intuir que el Tribunal Constitucional puede eliminar hasta 40 artículos de su Estatut.
Vean el tema «Me la suda el Estatut» cantado por Zapatero y resto de gobierno.