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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Un impulso.

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En el ecuador del mandato de Carmen Moriyón todo gira en torno a lo social. No hay grandes proyectos, ni magníficas ideas, ni nada que se le parezca. Se vive, simplemente, el día a día. Eso sí, con gran intensidad. Resulta casi un ejercicio de supervivencia política renovado cada veinticuatro horas. La situación –seis grupos en el Consistorio- es lo que tiene. Cualquier iniciativa del equipo de gobierno municipal debe pasar por ese tamiz. Duro, seco y que hace pasar malos tragos. Lo vimos hace poco con el Plan de Usos del edificio de Tabacalera. La alcaldesa lo presentó sin entusiasmo, indicando de antemano que no era su plan. Foro, al igual que gobiernos anteriores, pretendía realizar el gran museo de Gijón; sin embargo, en aras al consenso y poder llevar a cabo la rehabilitación, cedió. Resultado: vamos a tener una suerte de centro municipal corriente y moliente en un inmueble histórico. Justificado, bien es cierto, porque así lo quiere la ciudadanía. En los nuevos tiempos, todo se hace en base a este difuso concepto introducido por la izquierda. Y si no, cuando surge cualquier duda, se recurre a la consulta como forma de resolución de conflictos. Sucede con los presupuestos participativos, cómo se regula el tráfico (los veinte kilómetros por hora de límite de velocidad), o si Gijón va a tener corridas de toros. Porque la política en sí, el oficio de saber qué es bueno para la ciudad aunque sea a contracorriente, el de tener una visión global por encima de las particulares, ha dejado de existir. Como digo, esta es una legislatura donde nuestros gobernantes renunciaron a su ideología. Ojo, no la oposición, porque, tanto Xixón Sí Puede como IU, la aplican ce por be a cada instante. En cambio, Foro deja constantemente de lado sus principios, los de un partido de centro-derecha, con el fin de llegar a acuerdos. De hecho, la renta social municipal es eso: una concesión «sine qua non» a los ideales de la izquierda. Cambiando el empleo como eje vertebrador, por la subvención o ayuda correspondiente. Consecuencias: unos servicios sociales desbordados y los planes de empleo municipales sin cubrir. Digamos que en nuestro Gijón del alma, en cierta manera, hemos renunciado a hacer cosas. Reasfaltamos calles en vez de remodelarlas, no construimos sino que rehabilitamos, y la gestión (no el gobierno) está por encima de todo. Cobrar y pagar, debe y haber contable. Hoy hace dos años de la reelección de Camen Moriyón como primera edil y esta ciudad, a mi juicio, necesita un impulso. No sólo dentro, sino también desde afuera. Vean lo que está pendiente: el plan de vías, la depuradora, la autopista del mar, la Zalia…

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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