Sorprende lo que estamos conociendo sobre el funcionamiento del Montepío de la Minería. En el mismo, se dio la circunstancia de que presuntamente existió una trama de corrupción sin que, a tenor de los hechos, nadie en la institución se enterase (o quisiese enterar). José Antonio Postigo, según el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, hizo y deshizo a su antojo sin rendir cuentas. Durante sus ocho años como presidente fueron notorios los desmanes, no sólo en la construcción del geriátrico de Felechosa (obra culmen), sino también en el resto de un cuantioso patrimonio. Es más, por la UCO sabemos que hasta los contratos de limpieza estaban completamente amañados. La pareja de Postigo, junto con una socia que utilizó a modo de tapadera, creó una empresa con el objeto de hinchar las facturas por este servicio. Se cree que llegaron a ingresar unos 165.000 euros por una limpieza que nunca se realizó, en los complejos residenciales que posee la entidad en Los Alcázares (Murcia) y Almería. Dorina Bicher, que así se llama, entró de camarera, en un mes era jefa de equipo y en dos años directora del centro murciano. Modificaron su contrato y cotizaba a la Seguridad Social en el nivel de «ingenieros licenciados». Pregunto, ¿y a nadie le llamó la atención? ¿Había algún tipo de supervisión del Montepío –me refiero a una auditoría o similar- hacia la gestión del presidente? ¿A quién o quiénes debía someterse? Por lo visto, las respuestas son no y a nadie. Postigo era como señor feudal: en este castillo mando yo y mi corte. Supongo que –bajo el inmenso manto protector de José Ángel Fernández Villa– pensó que todo el monte era orégano. Es decir, si ya antes de la construcción del geriátrico, presuntamente, hacia lo que le daba la gana, no te cuento nada cuando le pusieron en sus manos 32,5 millones de euros. Muchos de ellos de dinero público a través de subvenciones. Entonces, claro, vino la madre de todas las corrupciones. La formación de una élite extractiva organizada que, como gusanos en una manzana, acabaron comiéndose lo que se les ponía por delante. La misma estaba formada por los señores del carbón, el asesor, arquitecto, aparejador, constructor… y así hasta un total de 16 investigados. De momento, porque el sumario de la Fiscalía Anticorrupción consta de 169.000 folios y crece como si le echaran levadura. No sabemos a dónde va a llegar. Ahora bien, lo que sí tenemos claro es que la dejación de funciones en la mutualidad minera fue clamorosa. Se dejó engañar. Hace unos días, aprobó personarse como acusación particular en el caso entre un clamor de indignación. A buenas horas.