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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Valores equivocados.

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Desde luego, no está siendo un verano tranquilo. Me refiero a los episodios de violencia y agresiones sexuales que están teniendo lugar en nuestra ciudad. El más conocido quizá sea el de Germán: el joven apaleado brutalmente en Fomento y que todavía está luchando por su vida. Sin embargo, hay más. Durante la noche de San Juan una chica fue increpada por un grupo de hombres. Tras marcharse la asaltaron en su barrio, donde supuestamente la siguieron, produciéndose una violación grupal. Hay tres detenidos. En Castiello una niña estaba en la verbena de San Pedro y un desalmado la sometió a tocamientos. En la Semana Negra otra adolescente sufrió una agresión similar: el sátiro también se encuentra detenido. A esto hay que sumar otros casos –porque el virus de la violencia no es exclusivo de Gijón- en el resto de Asturias: en Oviedo una pareja fue brutalmente golpeada en las fiestas de La Corredoria y en Tapia hubo un apuñalamiento. Me pregunto, ¿qué pasa? ¿Es que acaso una minoría no sabe divertirse sin liarla? ¿Es que quizá hemos perdido ciertos valores? La Federación de Concejos urge a utilizar cámaras en la calle. A montar, digámoslo así, una especie de «Gran Hermano». Consideran que la videovigilancia tiene un efecto disuasorio y garantiza más la seguridad. En principio, podría ser una medida, claro, pero tenemos que ir a la raíz del problema. Estamos construyendo una sociedad donde todo son derechos y ninguna obligación. El «yo hago lo que me da la gana» junto con el alcohol o drogas tiene muy malas consecuencias. Hace un tiempo recriminé a un mozalbete el estar orinando delante de la puerta de mi oficina. Me contestó de malos modos y en seguida acudieron sus amigos al rescate. Lo que ahora se denomina «la manada». Me vi, pues, en la siguiente tesitura: o le dejaba mear a gusto, o acababa en el hospital. Fíjense en las edades de los presuntos implicados en esta ola de violencia gratuita que estamos sufriendo. Los dos últimos detenidos por la salvajada de Poniente tienen 20 y 22 años, mientras que los que están en la cárcel son chavales de 19 y 20. Nos encontramos, por tanto, ante gente muy joven cuyos valores son esos: salir a buscar bronca bajo los efectos de todo tipo de sustancias. ¿De verdad es esta la sociedad que queremos construir? ¿De verdad es eso pasárselo bien? Yo pienso que no. Que la inmensa mayoría de la juventud entiende la diversión de otra manera. Ahora bien, debemos insistir en que la libertad no es lo mismo que el libertinaje. La fiesta no significa desmadre y no todo vale cuando se sale de movida. Y si alguno lo entiende así, obviamente, habrá que recordárselo con contundencia.

 

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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