Según parece, el Ayuntamiento tiene pensado impulsar dos grandes polos empresariales en nuestra ciudad. Serían en el entorno del astillero de Naval Gijón en la zona del Natahoyo, y en los terrenos de la antigua mina de La Camocha. El primero destinado a desarrollar proyectos vinculados con el mar (lo que se llama la «economía azul»), y el segundo dedicado al sector agroalimentario (denominado la «economía verde»). Desde el Centro Municipal de Empresas se va diseñar la estrategia más adecuada para cada caso, contratando el próximo año un estudio de competitividad al efecto. Asimismo, la primera fase de la ampliación del Parque Tecnológico se hará en 2020. Todo ello, una vez aprobado el nuevo Plan General de Ordenación (PGO) y la consiguiente compra de la finca «La Formigosa» a la Tesorería de la Seguridad Social. Pues bien, si las cosas salen bien –lo cual deseamos fervientemente- tendremos economía verde y azul, junto con más empresas tecnológicas. Sin embargo, el quid de la cuestión es que, el más oneroso de nuestros proyectos, el que supuestamente iba a ser el motor de Gijón y por ende Asturias, se ha quedado en nada. Es más, yo lo daría por completamente fallido y sin posibilidad alguna de sacarlo adelante. Me refiero, claro, a la famosa Zona de Actividades Logísticas e Industriales (ZALIA) de San Andrés de los Tacones. Más conocida en la actualidad como el polígono de los plumeros de la Pampa, dada la gran cantidad de plantas de dicha especie invasora que por allí crecen. De hecho, es prácticamente para lo único que sirve puesto que desde su creación se ha vendido una única parcela. El resto, pese a contar con una estructura de comercialización que cuesta lo suyo, no las han querido nadie. Ni siquiera El Musel que vio cómo desde Madrid frenaban una orden para la compra de dos parcelas, por un importe total de 1,1 millones de euros. Algo más parecido, la verdad, a una operación de rescate, que a la confianza que pueda tener el Puerto en la ZALIA. Este año el presupuesto municipal –si se aprueba- contempla una partida de 1,6 millones para hacer frente al pufo de la zona logística. A lo que habrá que seguir añadiendo más dinero ejercicio tras ejercicio, en lo que parece un pozo sin fondo. Un enfermo crónico, casi desahuciado, que no da ningún signo de recuperación. Mientras tanto, sigamos pensando en polos empresariales llenos de verde, azul o rosa. En retrasar el desarrollo de barrios como El Natahoyo -al impedir su construcción residencial en el PGO- creando allí una suerte de industria limpia que a saber cuándo y cómo se hará. El problema, el verdadero problema, lo seguimos teniendo con la ZALIA: un agujero negro que se traga lo que le echen.