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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Estancados.

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Salvo milagro de la virgen de Covadonga, esta ciudad volverá a entrar en prórroga presupuestaria el año que viene. Todo parece indicar que va a ser inevitable. La primera ronda de contactos que ha tenido el equipo de gobierno con los diferentes grupos municipales, no ha sido muy fructífera que digamos. Al PP, por ejemplo, le espanta el proyecto presentado. Es más, hasta sus representantes se mostraron «desolados» tras el encuentro. Ciudadanos, aunque salió «razonablemente satisfecho», también señaló el «escaso margen de negociación» que había. El PSOE considera «imprescindible introducir cambios» e IU, por su parte, sí parece dispuesta a discutir partidas concretas. Sin embargo, la clave de todo este proceso se encuentra en la postura que tome Xixón Sí Puede (XSP). Muy condicionada por dos nudos gordianos difíciles de desatar. El primero, supedita su abstención o voto favorable a la remunicipalización del servicio de ayuda a domicilio. Algo que la Alcaldesa, en el Pleno del pasado jueves, dejó absolutamente claro: no la va a municipalizar porque hay cinco informes jurídicos y económicos en contra. A cambio, ofrece una mejora de las condiciones de trabajo en el nuevo contrato que se firme con la empresa adjudicataria. Y el segundo, sin duda, tiene que ver con el debate interno que se está llevando a cabo en XSP. El mosqueo de sus bases al considerar que el apoyo dado este año ha sido baldío. O por decirlo de otra forma: poco rentable. Pese a poner en marcha su medida estrella, la renta social municipal, entienden que hay mucho desgaste en renovar unas cuentas a la derecha. Por tanto, y como es marca de la casa, cualquier proyecto que se negocie para Gijón tendrá que pasar por la asamblea de militantes de la formación. Algo que, a día de hoy, no creo que vaya a pasar el corte. Marío Suárez del Fueyo, el portavoz de XSP, lo decía en estas mismas páginas: «La aprobación está más lejos». Acostúmbrese, pues, a que toca sufrir. Es decir, a ver cómo se negocia de forma cruenta en cada Pleno, hay retrasos y en general la maquinaria municipal va mucho más lenta. De hecho, los que más van a padecer esta nueva prórroga serán quienes dependan del dinero público para subsistir. Aquellas asociaciones -entidades deportivas, culturales o sociales- que viven de las subvenciones. ¿Es esto el fin del mundo? ¿Un cataclismo en toda regla? Por supuesto que no. Ya casi nos hemos acostumbrado a ello. Ahora bien, no deja de ser de nuevo un fracaso mayúsculo de la política. Eso de que esta legislatura era la del pacto y el acuerdo… un cuerno. Más bien, yo diría que es la del estancamiento completo. Nadie da un paso adelante en este Ayuntamiento.

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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