El socialismo local ya tiene secretario general: Iván Fernández Ardura. Se ha impuesto en una votación muy ajustada al otro candidato, José Ramón García, «Monchu». Tanto es así que apenas hubo 27 votos de diferencia entre ambos. 399 consiguió el primero, frente a 372 el segundo. Todo ello con una participación alta (59%) de los militantes en la XIII Asamblea Municipal. Algo que demuestra, sin duda, que había mucho interés dentro de las bases por aclarar las cosas. La actual fórmula de gestión de la agrupación –una gestora regía sus destinos desde la dimisión de Santiago Martínez Argüelles- estaba agotada. Ya no daba más de sí. La militancia quería expresarse y lo hizo el pasado el pasado domingo con la convicción de cambiar el partido. De volver, como dijo Fernández Ardura en su discurso, a ser de nuevo «el partido de Gijón». Sin embargo, las cosas han cambiado totalmente desde aquellos tiempos de oro. Lo primero, claro está, el liderazgo. El PSOE local ya no tiene líderes. Es decir, no existe un Vicente Álvarez-Areces ni una Paz Felgueroso que arrastraban votos y con ello lograban victorias electorales. El esquema para estos tiempos se basa en liderazgos blandos y dúctiles. Vean si no cómo ambos candidatos apelaron constantemente a la participación de la militancia en la toma de decisiones. En este PSOE ya no hay quién marque el rumbo y muestre capacidad de convicción, sino que esto se deja a las bases. Lo que yo llamo usar el comodín del público. Cualquier decisión, sea dentro del grupo municipal en el Ayuntamiento o a nivel interno, va a tener que pasar a la fuerza por el tamiz de la consulta. Eso es lo que propugna y promete Pedro Sánchez, Adrián Barbón y, faltaría, Iván Fernández Ardura como remedo de ambos. Asimismo, la situación política no es la misma ni mucho menos. El actual Consistorio está formado por seis grupos. El futuro en 2019 es muy posible que también. Los socialistas gobernaron durante años mediante pactos y en armonía con IU. A día hoy, esto sería difícil por no decir imposible. La irrupción de Xixón Sí Puede –pese a que suenen otra vez los cantos de sirena para la unidad de la izquierda- lo impide. No está ni mucho menos por la labor. El «partido de Gijón», como pretende Fernández Ardura, ya no es uno, sino que son muchos. Dispersos, diferentes y que chocan entre sí. Por tanto, no le va a resultar nada fácil al nuevo secretario recuperar ese esplendor perdido que tanto añora. Y más, vuelvo al primer argumento, cuando no se ve a nadie con capacidad de arrastre. De liderar un proyecto ante un electorado atomizado y en ocasiones confuso. Epílogo: muéstrame un líder y te daré una victoria.