Es verdad que las agencias de calificación crediticia no son infalibles. Diría más, en muchas ocasiones sus valoraciones y consejos son auténticos «muertos» para quienes las siguen. Por ejemplo, el banco Lehman Brothers tenía una buena calificación justo antes de su quiebra. Ahora bien, hay que tener en cuenta también que sus consejos los escuchan miles de inversores muy potentes capaces de cambiar el mercado. El que Standard & Poor’s (S&P) haya rebajado la nota de solvencia al reino de España (que así se dice), es, sin duda, una mala noticia. Podemos discutir si es justo o no, o si cabría en todo caso una revisión de su decisión porque se argumenta mal; pero, a la postre, el mensaje llega a los mercados. Algo así como si un vendedor (lo que es S&P) dice que un modelo de coche puede tener más fallos que otro. Nosotros, como compradores, elegiremos al fin y al cabo el que nos dé la gana, pero seguro que su opinión influirá en nuestra compra.
Sorprende –bueno, la verdad, no tanto- ver los resultados de la banca en el primer trimestre. Los grandes han incrementado sus beneficios de forma extraordinaria sin que, por lo visto, la crisis les afecte demasiado. Tal parece que mientras el resto de la economía sufre, ellos están por encima del bien y del mal. Y, una de dos, o las cuentas de resultados están completamente maquilladas, o, efectivamente, es así. Sostengo que dentro del sector hay muertos y vivos. Es decir, existen –sobretodo en las cajas de ahorro- entidades que están sostenidas políticamente y otras que, efectivamente, han hecho las cosas bien. En todo caso, el peso y poder del sector financiero en nuestro país es excesivo. No existe nadie –ni el sector industrial, ni la construcción, ni el tecnológico- capaz de producir unos rendimientos así. Cada día nos parecemos un poco más a Islandia donde, además de volcanes, había unos bancos que representaban toda la riqueza del país. Nota: Vean este vídeo. Es un joven de 22 años encima de su amada moto. Solamente que… está muerto. Sus familiares decidieron hacer así el velatorio. Hay muertos que parecen muy vivos, ¿verdad?