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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

La burbuja del subsidio.

31575283-624x415Sí, la burbuja del subsidio -a la rica subvención- ha terminado por estallar. El Ayuntamiento de Gijón incumplió la regla de gasto durante el pasado ejercicio. Eso se desprende de los datos provisionales de ejecución presupuestaria presentados ante el Ministerio de Hacienda. Hay que proponer un plan financiero para corregir la desviación de cara a este año y el que viene. O dicho de otra forma: después de tanto dispendio en gasto social, lo que toca es austeridad. Ahora bien, el problema creado no tiene fácil solución. Tengan en cuenta que en nuestra ciudad ocurre lo siguiente: las subvenciones se convierten en subsidios. Esto es, lo que tenía que ser provisional -como apoyo a determinadas situaciones de emergencia- se acaba convirtiendo en permanente. Así le ha pasado, por ejemplo, a las ayudas para las fachadas. En cualquier otro lugar, se atendería a los casos más graves, esto es, a las de aquellos más humildes que no pueden pagarse una rehabilitación. Sin embargo, aquí se entró a todo: desde fachadas de lujo en El Muro, a las más recatadas de Jove. Resultado: están suspendidas porque el sistema colapsó. Lo mismo que va a suceder con las ayudas al alquiler. Da igual que en la actualidad sea más barata la vivienda y la situación económica haya mejorado sustancialmente, siguen subiendo como la espuma. Recordemos: uno de cada cuatro alquileres en nuestra ciudad se encuentran bajo su tutela. Pero la reina de esta cultura del «no te preocupes, ya lo hago yo por ti», no obstante, fue la renta social municipal. Un ayuda básica -pretendía que todos los gijoneses tuviésemos un mínimo garantizado de 600 euros mensuales- que tenía vocación de permanecer y ser un auténtico maná. Es más, ante las expectativas que se crearon, ya hay casi 5.000 solicitudes en las dos convocatorias que se realizaron en 2017. Ahora, Carmen Moriyón, viendo la imposibilidad de su mantenimiento en el tiempo se retracta y dice que «Éramos partidarios de hacer algo excepcional, puntual y transitorio». No es cierto. Asumió como propia la medida electoral propugnada por Xixón Sí Puede e IU y hasta se mostró orgullosa de ella. Pues bien, se ha equivocado señora alcaldesa. La renta social municipal en poco tiempo ha acabado comiéndose los recursos y el incumplimiento (5,5 millones de euros) coincide prácticamente con el presupuesto asignado a la misma. ¿Y ahora qué? ¿Qué vamos a hacer con esos beneficiarios que esperan su continuidad? ¿Va a ser flor de un año lo de las famosas «tarjetas white», ya saben, el sistema de gasto a través de los comercios locales? ¿No era esta la medida estrella que incluso se iba a exportar a otros municipios? El Gijón dopado con subsidios a tutiplén -que como los deportistas tramposos obtiene resultados artificiales- toca a su fin. No se puede sostener más. No será -bien lo saben los tres o cuatro que leen esta columna- porque no lo hayamos dicho aquí hasta la saciedad.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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