Hace mal la clase política española en utilizar las relaciones con Marruecos como arma arrojadiza. Y hay que decirlo así, sin ningún tipo de partidismo. La polémica, en esta ocasión, surgió por la visita del ex presidente Aznar a Melilla. Y como no es la primera vez que esto pasa, sólo hay que hacer memoria. Siendo presidente Felipe González, un Aznar en la oposición, fue a entrevistarse con la monarquía alauí. Estando ya en el cargo este último, Zapatero, hizo lo mismo cuando Marruecos retiró su embajador en Madrid. Y ahora, cuando el supuesto trato de la policía española está en entredicho, vuelven los paseos por la frontera sur como elemento de desgaste político. En cualquier otro país, supongo, el tema no se tomaría tan a la ligera. Digo yo que se haría una piña para, en su caso, intentar dar imagen de Estado. Pero como estamos en España, quizá, sea mucho pedir…
Un día viene y otro va. Un día hay que parar obras por el recorte del gasto y hoy, según Elena Salgado, ya hay 500 millones de euros más para continuar. Un día, José Blanco, reflexiona sobre la posibilidad de que nuestros impuestos directos suban para pagar servicios pero hoy, Elena Salgado, dice que no; que con cargárselo a los ricos tenemos más que de sobra. Como ven, no se pueden dar más mensajes contradictorios en tan poco tiempo. Igual el Gobierno se creyó que, por haber subido la recaudación fiscal ante el incremento del IVA, ya hemos salido de la crisis. Igual creen que la gente va a seguir consumiendo más pese a que tiene, a) menos sueldo debido al recorte impuesto por el Real Decreto, b) más impuestos con la subida de los tramos autonómicos, eliminación de los 400 euros, incremento de indirectos, etcétera; y c) que los 4,6 millones de parados se han esfumado por eso de las vacaciones. Créanme, llegará el otoño y nos devolverá a la realidad. Seguimos, desgraciadamente, dando palos de ciego.