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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Buenas palabras.

downloadEn menos de dos meses, Pedro Sánchez, ya conoce los sinsabores del poder. El difícil equilibrio de intentar gobernar con 84 diputados, algo inédito en la democracia española. En estas circunstancias, recibió ayer al presidente asturiano, Javier Fernández, en la Moncloa. Ojo, quién le iba a decir a Fernández -siempre tan distante de Sánchez– que éste sería el lugar de un futuro encuentro. Pues bien, como todo gobierno débil que se precie, el ejecutivo socialista evita pisar callos. Es decir, meterse en situaciones complicadas porque sabe de sobra que no tiene entidad para ello. Sin embargo, lo que llevaba el presidente del Principado eran cuestiones de enjundia. A Asturias -como a otros muchos territorios, incluidos los socialistas- le interesa saber cómo se va a afrontar el tema de la financiación autonómica. Hasta el momento, desde Madrid habían dicho que no se iba a abordar durante esta legislatura, aunque ahora Sánchez se comprometa «si es posible». Más que nada, como digo, porque resulta espinoso y no se suele ganar mucho con ello. El Presidente quiere que su paso por Moncloa sea suave y vistoso. Esto es, con asuntos que llamen más la atención. Pongo un ejemplo. Para los asturianos es más importante saber con qué recursos se va a contar por parte del Estado, a que trasladen los restos de Franco del Valle de los Caídos. Ahora bien, lo segundo genera portadas y lo primero, sin duda, no.

Lo mismo que la locura de la llamada «transición energética». Seguro que eliminar las centrales térmicas de carbón para reducir la contaminación suscita mucho apoyo social, pero pagar más por la luz no gusta a nadie. La ministra del ramo, Teresa Ribera, ha lanzado un órdago en toda regla con la «descarbonización exprés» a la industria asturiana, y Sánchez sólo dice que «toma nota». Todo ello, claro, porque lo importante siempre son los gestos. Quedar bien ante la opinión pública y dar una buena imagen.

Las infraestructuras pendientes, faltaría, también ocuparon un lugar importante. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, todavía no ha dado una respuesta a las demandas desde Asturias. Acabar de una vez el AVE y ejecutar proyectos tan importantes como el plan de vías de Gijón. Ábalos dijo que estaba estudiando el calendario de las obras, pero le faltó tiempo para responder con crudeza al congreso del PP. Su jefe nos asegura que mantendrá e incluso acelerará los actuales plazos. Pregunto, ¿de verdad? En resumen, que la entrevista de ayer fue más de cortesía que otra cosa. Los problemas de nuestro paraíso natural seguirán ahí congelados. Máxime, si tenemos en cuenta el halo de provisionalidad que rodea a este ejecutivo. Recuerden que su portavoz, Isabel Celaá, por cierto, la alegría de la huerta en persona, habló hace un par de días de un “previsible adelanto electoral“. El apoyo del PDeCAT está más que en el aire. Por tanto, lo que hemos escuchado ayer desde Madrid fueron buenas palabras. Nada más.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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