La llamada «descarbonización exprés» también genera muchas dudas en nuestra ciudad. Más concretamente, en sus repercusiones directas e indirectas hacia la industria. Según la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, el mundo eliminará el consumo de combustibles fósiles en un plazo de cincuenta años. Nada que objetar a que, en un futuro aún por determinar, eso sea así. Va a ser una tendencia mundial imparable. Ahora bien, lo malo viene cuando se quiere acelerar sin tener alternativas. O sea, un plan B para paliar también los efectos, sobre la economía y el empleo, a que dará lugar este proceso. En una reciente visita de la presidenta de Puertos del Estado, Ornella Chacón, surgió el tema. Ante la pregunta de cómo afectará esta descarbonización anunciada por el Gobierno de Pedro Sánchez, el presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, Lauerano Lourido, se mostró optimista. Piensa que «no hay que dar una visión caótica ni apocalíptica», puesto que la pérdida de tráficos se compensará cuando la regasificadora entre en funcionamiento. Esto es, el año pasado El Musel movió 2,6 millones de toneladas de carbón siderúrgico y 6,2 millones de térmico. Pregunto, ¿piensa el responsable de nuestro Puerto que eso se va a contrarrestar con una regasificadora que ni está operativa? ¿Va a tener el gas tanta repercusión como el carbón en la cuenta de resultados portuaria? Francamente, no lo veo.
Asimismo, Lourido habla de la diversificación de tráficos, cuando la realidad sigue siendo palmaria: El Musel es un puerto granelero querámoslo o no. Es decir, basa su actividad en ello y cuando se trata de contenedores, aunque el movimiento crezca, las cifras caen en picado. No hay color. El que se tenga que hacer una diversificación forzada, obviamente, debería ser objeto de preocupación. Y más si, como pretende Ribera, el cierre de las centrales térmicas se va a llevar a cabo antes de lo previsto. Vuelvo a preguntar, ¿acaso alguien cree que nuestro puerto va a vivir de los cruceros que recibe? ¿Acaso alguien piensa que va a ser como Hunosa: de arrancar carbón a bajar turistas a la mina? Por no hablar, claro, de otros sectores también afectados. Imagínense lo que va a significar para los transportistas asturianos que, además, ya han visto subir el diésel un 16 por ciento. Los daños colaterales de este proceso, como no se lleve de forma equilibrada, pueden ser inmensos para Gijón. Yo no veo a esta ciudad sin industria, o lo que es igual, sin futuro. La presidenta de Puertos del Estado habló de «ir reconvirtiendo la actividad». ¿Nos dice o nos cuenta lo que es una reconversión? Le recuerdo que aquí tuvimos unas cuantas: la minera, el acero o la del sector naval. Desde luego, esto no va a ser tan sencillo como nos lo pintan.
@balbuenajm