Vamos a contarlo en forma de chiste. Están en un bar uno de Burgos, otro de Murcia y un asturiano. Dice el burgalés: «pues a mí, desde el 30 de noviembre, me han quitado el peaje de la AP-1 que conecta con Armiñón (Vitoria)». A lo que responde el murciano: «a nosotros, como ha dicho el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, nos bajan un 30% la AP-7 en Cartagena a partir del 15 de enero». Y acaba el asturiano: «en mi paraíso natural, no sólo pagamos la tercera autopista más cara de España, sino que encima la AP-66 sube un 1,67% para el año que viene». ¿Tiene gracia? Ninguna, pero es la realidad. Resulta que después de mil debates estériles sobre el futuro de la autopista del Huerna -pronunciamiento para la supresión del peaje por parte de la Junta durante el mes pasado, incluido – las cosas siguen igual. Bueno no, peor porque ahora va a ser más caro cruzar los túneles del Negrón. Tanto hablar de discriminación con respecto al resto de España -somos los que más pagamos a la hora de llegar a Madrid- para que al final nos den esta patada.
La cosa, como Ábalos dejó claro en su reciente visita a nuestra tierra, estaba bastante cruda por mucho que protestásemos. Rescatar una concesión que fue prorrogada hasta 2050 resulta, según él, del todo imposible para el Estado. El coste de la operación, aunque las cifras siempre están inmersas en una nebulosa, es demasiado gravoso. Ahora bien, teníamos la esperanza de que algo íbamos a sacar. Siquiera una bajada en la tarifa, ya que, repito, los asturianos pagamos el tercer peaje más caro de todo el territorio nacional, además también del primero, contando con la autopista del Guadarrama a la entrada de Madrid. Algo inasumible sobre todo para el sector del transporte. Echen cuentas y verán que, en 2019, salir hacia la meseta va a costar más de 13 euros para los turismos, mientras que para los vehículos pesados estará entre 16 y 21, en función de su categoría.
Sin embargo, lo más gracioso es que las nueve vías beneficiadas por esta rebaja del 30% en sus tarifas, resultan ser las rescatadas. Es decir, el Estado tuvo que afrontar un desembolso de 1.800 millones de euros ante la quiebra de las concesionarias. Con lo cual, en Asturias, digo, no sólo nos beneficiamos de nada, sino que además tenemos que pagar las deudas de los demás. Panorama, sin duda, demencial. En todo caso, nuestra sensación de aislamiento parece estar más viva que nunca. La semana pasada estuvimos tres días incomunicados ante el riesgo de que una roca cayese sobre un trazado ferroviario del siglo XIX. En esta, como ven, utilizar la carretera nos va a costar más. El aeropuerto sigue sin tener vuelos internacionales y la autopista del mar de Gijón, con suerte, la veremos para el 2021. Sí, suena a chiste, ¿verdad? Maldita la gracia.
@balbuenajm