Uno. Un terremoto político tendrá lugar en mayo. El motivo: las elecciones autonómicas y municipales. El más que probable castigo electoral que sufrirá el partido gobernante tendrá consecuencias en Madrid. Más de un dirigente se pondrá nervioso y pedirá cambios urgentes al secretario general, a la postre, Zapatero. Además, se escucharán constantes rumores sobre adelanto de las elecciones generales que, por cierto, no se pueden descartar. Zapatero tendrá que enseñar sus cartas y exponer si se va a presentar a la reelección. Sinceramente, pienso que no.
Dos. La crisis de la deuda aún no ha terminado. Hacia los primeros meses del año veremos como la deuda española volverá a estar en solfa. Tanto que, lo ahorrado por los recortes presupuestarios, acabará yendo a pagar los intereses al alza que se van a producir. Europa, entonces, tendrá que tomar una decisión. O pone remedio a estos ataques de forma organizada, o verá como un país tan importante como España tiene que recurrir al fondo de rescate para su financiación. La pelota estará en Bruselas y la defensa que ésta pueda hacer del euro.
Tres. Se volverá a repetir una huelga general. La reforma de las pensiones traerá consigo malestar general, como, por otra parte, ha sucedido en toda Europa. El cordón umbilical que unía a sindicatos y Gobierno quedará roto. Éste se encontrará con importante contestación a nivel de calle porque ya son muchos los agraviados. Recordemos: parados, pensionistas, funcionarios…
Y cuatro. No será un año fácil ni mucho menos. Creo que veremos importantes cambios estructurales tanto en la vida pública como económica. En principio, la recuperación, o por lo menos un atisbo, si se produce será a final de año. En medio, tendremos situaciones tan complicadas como las del video. Soplará fuerte el viento y producirá desorden, pero, lo realmente importante, será al final volver a la fila.