Los señores de la foto no están viendo el Madrid-Barcelona. Ni tampoco ninguna serie o película, simplemente, asisten a la muerte de Bin Laden en directo. En sus caras muestran interés por el desenlace final y, solamente, Hillary Clinton, tiene la mano en la boca como diciendo: vaya, nos lo estamos cargando. Desde Washington parece que las operaciones terroristas se pueden seguir así: vía satélite y en directo. El no va más de la tecnología. Supongo que con el tiempo acabaremos viendo toda la secuencia completa. Helicópteros, soldados de élite, disparos y, al final, el entierro islámico de Laden para luego ser arrojado por la borda de un portaaviones. En definitiva, lo que tantas veces hemos visto en el cine hecho realidad.
En materia terrorista nunca se puede decir lo de «muerto el perro se acabó la rabia». Lo hemos visto con ETA una y otra vez descabezada, pero siempre dispuesta a matar. Ahora bien, la muerte del saudí sí representa una victoria sobre el terrorismo islámico. Su sucesor no sabremos si tendrá la fuerza para «convencer a suicidas como si fueran a una discoteca», tal y como sostenía el jefe. Lo más probable es que lo tenga complicado, máxime si tenemos en cuenta que las revoluciones en los países árabes no cuentan con Al Qaeda. El Califato Mundial que pretendía el terrorista, por suerte, parece haberse quedado en alta mar. Allí está bien.