No recuerdo una campaña tan fácil para los políticos como ésta. Sin debates, sin confrontación de ideas, sin criticas al programa del adversario. La (no) campaña que estamos viviendo se rige de la siguiente manera: echan el rollo a sus militantes o simpatizantes y… ya está. Todavía no entiendo por qué no hay un cara a cara entre los adversarios. En otras contiendas hasta los números dos de cada formación tenían que pasar a debatir por los medios. En ésta, sinceramente, no sabemos ni quiénes son. Es más, la ausencia de confrontación política hace que los mensajes sean generalistas. «Que viene la derecha a quitaros esto o aquello», o bien al contrario, «Cuidado con la izquierda que traerá más paro y crisis». En resumidas cuentas, coletillas que valdrían para una campaña política o las elecciones a un club deportivo.
Digo que me parece atípica esta campaña porque, incluso, hasta los programas, han salido a última hora a relucir. Tal es así, insisto, que ningún partido critica el del adversario. Yo no he visto decir que tal o cual propuesta del partido X es imposible de realizar o, simplemente, una patochada. Francamente, me da la impresión de que ni se los han leído. Además, a veces son tan etéreos que resulta difícil sacarles sustancia. ¿Cómo no vas a estar de acuerdo con que la educación o sanidad sea mejor? ¿Cómo disentir de que el desempleo es el principal problema? Lo difícil es decir cómo se piensa solucionar.
En fin, creo que está siendo una campaña aburrida donde los candidatos, muchas veces, parecen predicadores. Yo he visto en otras debates de los partidos sobre cosas como, no sé, las infraestructuras, y por lo menos era mucho más enriquecedor. Sinceramente, estamos asistiendo a un modo de hacer política bastante poco comprometido con el elector.