Todos sabemos lo que es la gravedad: esa fuerza que nos mantiene pegados al suelo. Si no fuese por ella, estaríamos flotando. Dando vueltas y piruetas igual que los astronautas. Pues bien, el pasado martes tal pareció que en Gijón había un lugar ingrávido. Me refiero al acto de presentación de esta edición de la Semana Negra. El impulso que el evento va a recibir por parte de nuestro Ayuntamiento, promete ser de órdago. Lo anunció la alcaldesa, Ana González, al declararse fan número uno y proclamar una nueva etapa. Según los organizadores, se acabó «la época de la resistencia y llega el momento de avanzar». Oigan, contentos y a flotar. Vuelven los viejos tiempos donde se echaba la casa por la ventana, a la hora de apoyar al certamen. Empezando por buscarle una nueva ubicación, ya que, la actual, se queda pequeña para esta nueva versión de la Semana Negra.
Sin embargo, la pretensión de González choca con la realidad: será una fiesta muy cultural y tal, pero nadie la quiere a su lado. La misma historia del festival lo demuestra. Desde 1988 ha ido rodando de un sitio a otro, sin tener nunca emplazamiento fijo. Es más, hasta dos sentencias judiciales en contra le obligaron a buscar nueva morada, siempre con las protestas de los vecindarios colindantes. El intento de colocarla hace ocho años en el campus universitario -adonde ahora se mira- acabó como el rosario de la aurora. Después de que el Ayuntamiento gastase 1,6 millones en acondicionar la parcela, su propiedad fue reclamada por la Universidad que ganó un juicio. El actual rector, Santiago García Granda, afirma de forma educada que no le parece «la ubicación más conveniente». Por no decir, claro, que allí no la quiere ni por asomo. De nuevo, pues, la polémica sobre si hay que buscarle domicilio habitual, o que se repartan las cargas (que las hay) de su celebración. Hasta en el actual recinto, los terrenos del antiguo Astillero de Naval Gijón, tuvo la oposición frontal de los vecinos del Natahoyo. Lo dicho: será poco menos que un acontecimiento planetario, pero que esté lo más lejos posible.
Por otra parte, no sé qué más se le puede dar a la Semana Negra. Tiene una subvención directa de 100.000 euros que se quiere subir a 175.000, a eso hay que añadir el alquiler de Naval a la Autoridad Portuaria (21.000 €) y los gastos del dispositivo de seguridad, limpieza, etcétera; todos ellos asumidos por la ciudad. Además, hace un par de años descubrimos que tenía pufos con proveedores y Hacienda. O sea, que su gestión era también bastante negra. Dudo mucho que ningún otro tipo de evento -desde una simple romería, hasta el que se está celebrando en el Recinto Ferial Luis Adaro- goce de estos privilegios. Ojo, que incluso se respetaron en las épocas más duras de la crisis. Ay, pero todos sabemos que tiene patente de corso, ¿o no?
@balbuenajm