¿Para qué sirvieron las «pruebas de esfuerzo» que se realizaron a la banca? Pues, para nada. Ayer lunes, volvieron de nuevo los vaivenes en los mercados. La deuda española se situó, ojo, en 370 puntos básicos, la bolsa llegó a mínimos y, salidas al mercado bursátil como las de Bankia, tuvieron que hacerse a precios menores de los previstos. Ni se creyeron unos «test de estrés» amañados, donde, por ejemplo, mientras España sometía al 92% de su sistema bancario, Alemania retiraba una caja que no lo iba a pasar; ni, francamente, creo que sea ése el problema. Si algo se ha demostrado es lo siguiente: el sistema financiero es uno de los problemas, pero no el problema. Hay muchos otros que, según se está viendo, influyen mucho más.
Y es que, al igual que los dioses antiguos, los mercados siguen exigiendo sacrificios. No vale ya con exhibir un sistema financiero saneado, sino que también se miran otras cosas. Ejemplo, al gobierno de turno. El que Italia esté en una mala situación viene derivado de su inestabilidad. El encefalograma político plano que vive España también penaliza y mucho. Se mide la capacidad de los gobiernos para hacer reformas y seguir recortando el déficit. Si eso no se consigue -bien porque no se hace, bien porque no se puede- el resultado siempre es el mismo: sube la prima de riesgo. La única posibilidad de atajar estos problemas está en la firmeza y estabilidad de los gobiernos para cambiar el rumbo económico. Si éstos no la tienen, el barco se hunde.