Esto parece lo de la canción de Alaska y Dinarama: fuiste tú el culpable o lo fui yo. Así se está manejando la política española: entre reproches de unos y otros sobre quién tiene la culpa de repetir la convocatoria electoral. Las cuartas en cuatro años, o sea, al ritmo de una anual. En esta ocasión, los partidos no se han puesto de acuerdo para formar gobierno pese a que tuvieron para ello cinco meses por delante. El primero, el comprendido entre el 28 de abril y 26 de mayo, porque estaban en plena campaña de las elecciones autonómicas y municipales. El de junio debido a que se constituían los ayuntamientos y parlamentos. Llegamos, pues, a julio donde empezaron a tomárselo en serio con reuniones que no fueron en absoluto fructíferas. Resultado: se produjo una sesión de investidura donde, el candidato, Pedro Sánchez, obtuvo un único voto favorable del resto de grupos. Con estos mimbres, ¿acaso a alguien le extraña que la cosa haya acabado en las urnas?
Porque, vamos a ver, ¿qué nos van a contar los partidos hasta el 10 de noviembre? Volverán a discutir sobre unos programas que ya conocemos de sobra, se enzarzarán en debates con temas (pensiones, salario mínimo, etcétera) sobados hasta la saciedad o nos presentarán otra vez candidatos que ya están más que vistos. ¿Qué diferencia hay entre estos nuevos comicios y los de abril? Prácticamente, ninguna. De lo que va a ir esta campaña es de culparse unos a otros. De ver a quién penaliza el votante por tener que hacerles pasar de nuevo por lo mismo, además de hacer lo imposible para motivar al propio electorado para que no se quede en casa. No hay nada más. No nos pueden enseñar nada nuevo, porque todo sigue igual. Con un gobierno en funciones, un Congreso que ni siquiera se puso a funcionar y unos presupuestos aprobados en junio de 2018, la época de Mariano Rajoy como presidente. Ya me contarán si con este panorama por delante, el 10-N no se tiene que leer como una cita donde la gente va a expresar su frustración con los políticos.
Prepárense, por tanto, para tener que elegir cabeza de turco de este desaguisado que se ha formado. Para algunos, será Sánchez puesto que tuvo dos ofertas encima de la mesa y las ha rechazado. Sin duda, el presidente en funciones se sintió desde el primer momento cómodo con la idea de repetir las elecciones. Otros, en cambio, señalarán a Pablo Iglesias debido a que tuvo una propuesta socialista para entrar en el Ejecutivo -una vicepresidencia y tres ministerios- que acabó rechazando. A Albert Rivera y Pablo Casado, sobre todo al primero, también les tocará la suyo puesto que en ningún momento mostraron su intención de facilitar las cosas con su abstención. ¡Hagan juego y vayan buscando a quién señalar! Esta va a ser una campaña atípica porque de lo que menos vamos a oír hablar es de ideas o proyectos, más bien, repito, de culpas.
@balbuenajm.