La Semana Europea de la Movilidad nos ha dejado bien claro que Gijón dispondrá de un área de bajas emisiones. O sea, un lugar donde los vehículos tendrán el acceso limitado (o prohibido) para evitar episodios de contaminación. El anuncio tampoco nos coge por sorpresa, puesto que, durante este verano, ya se puso de relieve que esto iba a ser así. La nueva normativa para las ciudades con más de 50.000 habitantes -incluida en el borrador del Plan Nacional de Energía y Clima 2021-2030 remitido por el Gobierno a la Unión Europea- lo contempla. Lo único que se ha recalcado es que va a ser objetivo prioritario de la concejalía de Medio Ambiente y Movilidad. Su titular, Aurelio Martín, ha puesto de relieve que será un modelo similar a «Madrid central». Ya saben, la llamada «almendra» puesta en marcha en la capital que tanta polvareda levantó. Para ello, se organizaron mesas redondas y debates, eso sí, siempre dentro del mismo espectro ideológico. Por lo visto, nadie a 500 kilómetros dirección sur se opone a este modelo, pese a que el actual equipo del gobierno desea eliminarlo.
Pues bien, sea en forma de almendra, pistacho o anacardo es seguro que tendremos un «Gijón central». Algo que me suscita dudas, ya que, a todas luces, nuestra contaminación es básicamente industrial y localizada en la zona oeste de la ciudad. Según parece, el objetivo es que en ciertas áreas del centro el coche tenga restringido su acceso, mientras que por La Calzada seguirán pasando más de 200.000 camiones al año. A este hecho contribuye que el vial de Jove -obra concebida en 2005 como solución- ni está, ni se le espera. Ahora bien, si queremos poner unas cámaras a la entrada de las calles más céntricas, llenarlo de señales de advertencia y empezar a multar en función de unas pegatinas de colores en el parabrisas de los coches; perfecto, hagámoslo. No va a solucionar gran cosa la contaminación, pero más de uno creerá que respira mejor. Repito, el tráfico en el centro de Gijón no es el mayor problema para la polución, en comparación con la cantidad de vehículos pesados (y normales) que tiene que soportar el barrio de La Calzada con origen o destino en El Musel.
Tengan en cuenta los siguientes datos. Cuando se pongan en marcha estas zonas, más de la mitad de los vehículos de nuestra ciudad no podrá entrar. Aquí hay apenas poco más de un centenar de coches (132) que pueden llevar el distintivo de «cero emisiones». El resto son gasolina o diésel que tendrán algún tipo de restricción. Además, cuando se dice que «Toda la ciudad debería prepararse para la bici», como se aseguró en una mesa redonda, habría que valorar también que un tercio de nuestra población tiene más de 65 años. Por lógica, pasarse a este tipo de movilidad nos le va a resultar nada fácil. Resumimos, Madrid y Gijón son demasiado diferentes como para hacer un calco ideológico sin más.
@balbuenajm