Me llama la atención el cierre parcial de la playa que tuvimos esta semana. El pasado lunes aparecieron siete peces muertos (siete, repito) y un ave. Inmediatamente la concejalía de Medio Ambiente puso la bandera roja en las escaleras cercanas a la desembocadura del Piles. Una medida, bien es cierto, que ha pasado bastante inadvertida porque ya está finiquitada la temporada de baños. Vamos, que apenas tuvo repercusión. Mi pregunta es si estos siete peces (siete, hago hincapié) hubiesen aparecido en mitad de agosto, ¿qué hubiera pasado? Con el arenal completamente lleno y una muchedumbre deseosa de entrar en el agua, ¿se hubiera atrevido la concejalía a cerrarlo? ¿Qué clase de alarma se habría generado sin tener todavía datos fehacientes? A mí este cierre calificado como preventivo me ha parecido demasiado precipitado. Los análisis posteriores que se hicieron, incluida la zona más cercana al río, dieron todos negativos. En ningún caso, se detectaron bacterias fecales ni nada por el estilo. Al final, la muerte de las sollas -especie que sufrió la mortandad- presuntamente fue debida a un proceso natural de falta de oxígeno por culpa de la acumulación de algas. Según parece, las aguas de San Lorenzo en ningún momento estuvieron amenazadas.
Otra cosa es que el río Piles tiene problemas importantes, tal y como nos contó ayer el concejal del ramo, Aurelio Martin. Se habla de que hay focos de contaminación y fugas en el saneamiento que producen elevados índices de materia fecal. Cuando yo era pequeño -allá por la época del jurásico inferior- hablar del Piles era sinónimo de mofa. Nuestro río era objeto de burlas y chistes por culpa de lo contaminado que estaba. Su hedor resultaba insoportable y el aspecto asqueroso. Nadie se podía acercar a él, ante la indiferencia del organismo responsable que no lo dejaba ni limpiar. Me refiero a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico que siempre actúa tarde, mal y nunca. Después de muchos años y con una sensibilidad medioambiental muy superior, no podemos volver a perder lo que ya creíamos recuperado. Aplaudo que se investiguen los vertidos aguas arriba desde el Ayuntamiento, ante la pasividad que seguro volverá a mostrar la Confederación.
Por último, hay un lógico mosqueo con todo lo que tiene que ver con la playa. Recordemos que llevamos ya tres años con una nueva depuradora parada y sin fecha de puesta marcha. Es decir, vertimos al mar directamente los residuos que generan más de 100.000 personas. El asunto está judicializado hasta el tuétano y sin una solución a corto plazo. Por tanto, cualquier espuma, alga o mancha nos genera una ansiedad terrible. Aunque su origen sea natural, siempre pensamos en lo peor. Todo esto se solucionaría si estuviese funcionando nuestra Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR), pero seguimos de forma permanente en alerta roja.
@balbuenajm