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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El reparto comunal.

Los presupuestos que mañana se aprobarán en el Pleno no representan ninguna novedad. Digo más, son más de lo mismo. Enfatizan la política social, elevan el gasto corriente y dejan lo poco que queda para otras cosas. O sea, que si tiene un bache delante de su casa ya puede ir esperando a que se lo arreglen. Así, lo que prima -como en las cuentas que en su día presentaba Foro, dicho sea de paso- es el reparto comunal. Esto es, que una parte de la población gijonesa (la supuestamente más favorecida) contribuya solidariamente a través de subvenciones con la otra (supuestamente, como digo, menos favorecida). Es, repito, la tónica que se ha seguido durante estos años, incluso sin tener como soporte unas cuentas aprobadas. Recuerden que desde 2017 vivimos sin presupuesto alguno. En aquel año, fueron destinados 8,1 millones -sumando los remanentes de tesorería- a una renta social municipal que era la medida estrella. Resultado: se incumplió la regla de gasto y luego hubo luego que aplicar recortes a tutiplén.

En los de 2020 hay cosas curiosas que no podemos dejar de comentar. La aportación para la Fundación de Servicios Sociales pasa de 12,9 millones de euros a 15, incluyendo una dotación de dos millones de euros para la renta social (o como se acabe llamando). También hay más transferencias para la Empresa Municipal de Transporte Urbano (EMTUSA) que, no sólo va a recaudar menos debido a la bajada del precio del billete o la gratuidad en algunos casos, sino que además prevé aumentar plantilla. El «servicio público de calidad» que dicen sus defensores le va a costar bastante más a los gijoneses. Y, por si fuera poco, desde Podemos quieren retomar la remunicipalización de la ayuda a domicilio. Esto ya fue objeto de debate en la pasada legislatura y nuestros anteriores gobernantes lo rechazaron. A todas luces, su coste era inasumible para el Ayuntamiento. Todo eso, aderezado con un incremento significativo en la partida de personal. Desde el equipo de gobierno pretenden recuperar las 35 horas semanales para los funcionarios municipales, algo que a la fuerza hará que la plantilla crezca.

En resumen, que ese reparto comunal del que hablaba está más presente que nunca. Pagaremos más impuestos para que un poco se lo lleve una política social que no conoce límites, otro para los funcionarios y hasta un Consistorio más caro, ya que nuestros ediles se subieron los sueldos. Oigan, y al resto, ¿qué? Pues nos toca esperar. Si su barrio no está guapo y decente (Ana González dixit) igual lo verá apañado dentro de cuatro años. Las partidas de inversión productiva -para hacer ciudad, crear, prosperar, etcétera- pasan a un segundo plano porque no se puede soplar y sorber todo a la vez. Si te gastas todos los recursos en la cultura del subsidio perpetuo, ¿cómo se puede hablar de unos presupuestos inversores?

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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