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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El director y la orquesta.

Sorprende que las prisas ahora ya no sean tantas. Me refiero a la decisión de Pedro Sánchez de alargar una semana la formación de su gabinete. Decisión, insisto, que ha sorprendido a propios y extraños. Una de las razones por las que se celebró esta sesión de investidura en fin de semana y plenas fiestas navideñas fue «porque España no podía estar ni un minuto más sin Ejecutivo». Sin embargo, tras haber sido investido como presidente por el Rey, los tiempos parecen haber cambiado. Mientras que en la parte de Podemos ya se sabe todo, en la del PSOE todavía estamos con especulaciones. En la formación morada se han apresurado a filtrar a sus ministros, incluyendo a los cargos de segundo y tercer nivel como secretarios de Estado o directores generales. Intuyo que Sánchez, por experiencia, no quiere patinazos. Es decir, nombrar a alguien que posteriormente tenga que dimitir por su currículum. Fue el caso en junio de 2018 de Màxim Huerta como titular de Cultura y Deportes por sus problemas con el fisco, o de Carmen Montón en Sanidad por irregularidades en el máster. El gato escaldado…

Veintitrés personas pueden formar casi la plantilla de un equipo de fútbol profesional. O una charanga bastante amplia de carnaval. Incluso una asociación gastronómica cualquiera. Ahora bien, veintitrés ministros para constituir el gobierno de España es un número alto. Según dicen, la cantidad de miembros que lo van a componer. El  más grande de la democracia si se confirma. Un Ejecutivo, claro, pensado para que todo el mundo tenga cabida. Desgajando los actuales ministerios en dos para crear carteras (Ciencia y Universidades, por ejemplo), en cierto modo de forma artificial. Pregunto, ¿es necesario tener un Ministerio de Consumo o acaso se hace para que Alberto Garzón tenga asiento? Súmenle, como dijimos, todos los equipos que vienen detrás. O sea, una estructura para cada uno porque si no, a los cuatro días, van a estar chichando por la falta de medios. En resumen, miren los gastos que van a tener y verán que va a ser un gabinete caro. Con una maraña burocrática importante detrás. Yo me imagino a Sánchez en el primer Consejo de Ministros como si fuese un director. Con la batuta y todo para dirigir esta especie de orquesta de cámara que va a formar.

Aunque lo peor está en que sus decisiones tendrán que pasar el filtro del independentismo. ERC está esperando como agua de mayo su formación para luego sentarse a negociar. Meollo de la cuestión porque lo demás, ya saben, «les importa un comino». Recuerden que los acuerdos firmados hablan de quince días después de la toma de posesión. Algo que Sánchez, por lo visto, también va a retrasar para disgusto de los catalanes. Dicho de otro modo: será la formación de Gabriel Rufián quien decidirá si la orquesta suena o no. Bien que se lo dijo.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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