Hasta hace poco, las motocicletas eran consideras un vehículo ecológico. Sobre todo, en su versión urbana llamada scooter. Combinaban dos características muy importantes que era valoradas. Primera, permitían los desplazamientos en la ciudad sin formar atascos y segunda, contaminaban poco. De hecho, la proliferación ha sido espectacular desde que fue compatible su uso con el carné de conducir de coches. Mucha gente las utiliza a diario (yo mismo) porque son una alternativa más que razonable al vehículo particular. De hecho, los tres o cuatro que todavía trabajamos en esta ciudad lo sabemos de sobra. Nos permite ir a lugares rápido -sí, insisto, quienes curramos siempre tenemos prisa- y aparcar sin problemas delante del destino. Ya sea el centro de trabajo o cualquier otro en el que se tengan que hacer gestiones. Sin embargo, el criterio parece haber cambiado. En esta ola de ecologismo desmedido, ahora también se las pone en el punto de mira a través de la ORA.
El borrador de la nueva ordenanza de Movilidad prevé que tengan que pagar si utilizan la zona azul. Cosa de la que hasta ahora estaban exentas, como en casi todas las urbes. Eso sí, el espacio que ocupan no es ni la cuarta parte de un utilitario pequeño, pero la tarifa supongo que será igual. La futura normativa -ese «ángel exterminador» de todo lo que tenga tubo de escape- les quiere quitar esa ventaja clara. Supongo que en la mente de los redactores está en que, los tres o cuatro que todavía trabajamos, repito, vayamos andando, autobús o en trenes que se cancelan a diario. Desde luego, la moto ya no va a ser lo mismo como transporte urbano. Muchos tendrán que dejar de utilizarla si tienen que estar renovando todo el día el ticket. Además, claro, de que su bolsillo se resentirá a final de mes. Dicen desde el Ayuntamiento que van a habilitar más aparcamientos, antes utilizados por bicicletas de pago. Ahora bien, lo cierto es que en la actualidad hay uno por cada más doce motos censadas en Gijón. Una oferta claramente insuficiente para la demanda existente. Si los motoristas aparcamos en zona de estacionamiento regulado es porque no nos queda más remedio. Es más, dejar la moto entre dos coches siempre implica una cosa: al final, te la acaban tirando.
En esta nueva vuelta de tuerca al mundo del motor se juntan dos cosas. Una, un afán recaudador desmedido y dos, que hay que prohibir cualquier máquina que eche humo. De lo primero, es buena prueba la nueva regulación de la ORA donde se amplía su influencia y restringe el tiempo de uso. En lo segundo, se sigue en la línea de parar aún más esta ciudad. De hacer la vida imposible a quienes utilizan vehículos, no ya porque así lo desean (que también), sino porque lo necesitan como medio para ganarse el pan de cada día. En realidad, objetivo último que pretende esta nueva ordenanza de «Inmovilidad».
@balbuenajm