Uno. No cabe duda de que, a un sector tan hundido, cualquier incentivo le viene bien. Sin embargo, casi le vendría mejor un marco tributario estable. El gobierno Zapatero bajó el IVA en vivienda nueva –del 8 al 4%- por sorpresa y hasta final de año. Imagínense la cara de los que han comprado una vivienda a primeros de agosto, o la de los que se la van a entregar en enero. Además, Rajoy dice que recuperará las deducciones si gana. Esto es, cualquiera que quiera deducir fiscalmente por su compra tiene dos opciones: o esperar a ver qué pasa el 20-N, o comprarla ahora con un impuesto menor. Como ven, los vaivenes tributarios en el mercado de la vivienda son brutales.
Dos. Así y todo, la medida tiene un efecto limitado. Casi, diría yo, dirigido exclusivamente a la banca. Ésta posee sobre unas 400.000 viviendas terminadas y sin vender. Sin duda, esto les dará un empujón. Ahora bien, la bajada del IVA no sirve, ni para las promociones a medio terminar, ni para el suelo. Y de eso, desgraciadamente, la banca tiene mucho. En el caso de promotores, obviamente, el efecto todavía será aún menor. Nadie empezará una promoción por la bajada del IVA, aunque, eso sí, servirá para eliminar algo de stock.
Y tres. Hay dos factores clave en el mundo inmobiliario que son más importantes que la tributación. Primero, la situación económica. Lógicamente, con casi cinco millones de parados la vivienda ha dejado de ser una prioridad. Sin una recuperación económica clara, el mercado inmobiliario seguirá bajo mínimos. Y segundo, la concesión de créditos. Mientras la banca no esté saneada y en un contexto de estabilidad, no veremos ni un euro a préstamo. Es más, lo que saquen ahora de las ventas de pisos se empleará en tapar agujeros. Que nadie espere, como dijo José Blanco, que vuelva el crédito por la bajada del IVA.