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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El silencio.

Resulta difícil para este columnista hacer hoy su trabajo. Más que nada, porque la vida en Gijón -como en toda España- se ha parado de forma brusca. Pocas noticias hay más allá de las que genere la evolución del coronavirus. La gente está (estamos) en nuestras casas, en la mayoría de los casos, apegados a una pantalla. Ya sea de ordenador o televisión viendo casi a cada minuto las últimas noticias. Lo que destaca de nuestra ciudad, por tanto, es el silencio. Las calles vacías y sin ruido. Desde nuestra ventana es lo que podemos observar: pocos viandantes aislados que parecen zombis y algún que otro coche desperdigado. Zonas concurridas no poseen ningún tipo de movimiento. Es más, si alguien osa a saltarse esta cuarenta es recriminado por el resto. Fue lo que ocurrió el pasado sábado en una sidrería de la Avenida de la Costa. Un vecino arremetió a voces contra la irresponsabilidad de los dueños y clientes que actuaban como si no pasase nada. Sentados tan plácidamente en su terraza y siendo atendidos como si tal cosa. El video, difundido ampliamente en las redes sociales, se convirtió en viral. Luego han venido unos cuantos episodios de este tipo, porque, para algunos, parecía que la cosa no iba con ellos. Las patrullas de la policía nacional y local se encargaron el domingo de poner orden. En el momento que escribo esto hay 60 personas y 30 locales sancionados en Gijón.

Nuestro Ayuntamiento ha reaccionado bien dentro de sus competencias. Ha puesto servicios de autobuses gratuitos, aunque el número de pasajero vaya a caer en picado. También nos recuerdan nuestras obligaciones y, quizá, en los primeros momentos, debería haber cerrado las playas y los parques. La razón: un sábado y domingo de sol invitaba a todo menos a estar en casa. Por otra parte, el Consistorio tendrá que empezar a pensar –como parece que está haciendo- en medidas de ayuda a las empresas y particulares dentro de sus posibilidades. Pienso, por ejemplo, en reducir la tasa que se cobran por los servicios que prestan o bajar temporalmente la cuantía de las licencias municipales. El palo económico, aunque ahora lo importante sea la salud, será muy duro y lo vamos a notar como el que más. Piensen que nuestro principal sector es el de los servicios. Estamos viviendo una película de ciencia ficción fuera de los cines. Lo que nunca pensamos que iba a pasar está pasando. Ánimo y solidaridad entre los gijoneses es lo que nos queda.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


marzo 2020
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