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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

No es país para pactos.

Tiene bemoles que ahora se apele a los Pactos de la Moncloa. Ya saben, aquellos acuerdos de consenso firmados en octubre de 1977 para tratar de estabilizar en lo social y económico el país. Lo digo porque si esta generación de políticos destaca por algo, es precisamente por intentar tirar abajo todo lo que representa la Transición. Desde la monarquía parlamentaria, pasando por sus instituciones y acabando en la propia Constitución. Puesta en solfa más de una vez desde que esta nueva forma de hacer política llegó al Parlamento. La anterior crisis financiera nos trajo precisamente eso: partidos que querían demoler el régimen creado en el 78 al considerarlo agotado y corrupto. Es más, ni en aquellos convulsos días tuvo tantos enemigos esta fórmula de convivencia que ha logrado 42 años de prosperidad. Lo chocante, pues, es que en esta crisis del coronavirus se desempolve esta idea como tabla de salvación ante lo que se nos viene encima: una gran recesión económica que traerá consigo enormes convulsiones sociales. Me recuerda esto al ateo que se aferra a Dios, una vez presiente que le llega la muerte. Igual ya es demasiado tarde.

Porque, sin duda, las circunstancias son otras. Los Pactos de la Moncloa fueron firmados por nueve formaciones y con espíritu de concordia, mientras que la actual Cámara está formada por dieciséis en conflicto permanente. Recuerden que ahora mismo en el Congreso están representadas casi todas las ideológicas posibles: derecha (extrema también), izquierda (lo mismo), centro, separatistas, nacionalistas, regionalistas y alguno que pasaba por ahí. Con estos mimbres, en fin, qué podemos esperar. Desde luego, nada bueno en cuanto a hacer algo juntos. Esa generosidad, esa altura de miras que tenía la Transición, se la llevó por delante la anterior crisis del 2008. Incluso si Pedro Sánchez se apunta a esta fórmula es porque no le queda más remedio. Ve como la gestión de la pandemia le desgasta día a día al cometer errores de bulto. Por eso, para no cargar solo con la responsabilidad, pretende mutualizar la culpa entre todos. Permítanme que sea escéptico con respecto a esta clase política. Si algo se ha demostrado es que son incapaces de conseguir un simple acuerdo, no digamos ya un consenso. No tienen más que ver la cantidad de veces que hemos tenido que ir a las urnas el año pasado, para poder formar gobierno. No es el nuestro, sin duda, un país para pactos.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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