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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Nosofobia.

Me sigue preocupando como quedarán las relaciones sociales después de la pandemia. Esto es, si van a ser así o cambiarán hasta volver a lo que eran. En una palabra, si miraremos al prójimo con desconfianza, recelo y temor o si, bien al contrario, tenderemos a ser como antes. Al principio de esta crisis se decía que ese cambio sería para bien. O sea, tenderíamos a volvernos más solidarios, tolerantes y preocupados por los demás. Sin embargo, con el paso del tiempo y el aumento del miedo al contagio la cosa ha ido a peor. Ya tuvimos un aviso con los llamados «agentes de balcón»: personas que desde su ventana se dedicaban a insultar a cualquier transeúnte que consideraban ilegal. En no pocas ocasiones, haciendo escarnio sobre gente que tenía permitida la salida por razones justificadas. Ahora mismo, ese tribunal popular ha bajado a la calle y se ceba con las terrazas. Mentalmente les miden los metros de distancia entre las mesas o denuncian aglomeraciones cuando ven a más de dos personas en un corrillo. Esos «inspectores de terrazas» copan las redes sociales poniendo «chupa de dómine» a aquellos establecimientos que, a su juicio, incumplen las normas de esta fase. Por lo visto, nos gusta ser como el «Gran Hermano» de Orwell y parece que vamos a seguir en esa línea.

En estas mismas páginas, pudieron leer que las denuncias ciudadanas se habían triplicado durante el estado de alarma. Calificado por la Policía Local como de «locos», cuentan historias increíbles sobre como algunos aprovechan para tomarse la justicia por su mano. Ir contra el vecino que nunca nos cayó bien, acusar sin fundamento a un viandante por cualquier cosa y, en una vuelta de tuerca increíble, incluso pedir que se compruebe si es «sospechoso» de portar el coronavirus. Así hasta un total de 2.000 sanciones se han ido acumulando en apenas dos meses, según datos de Delegación del Gobierno. Es verdad, no podemos afirmar lo contrario, que en muchas ocasiones dichas denuncias tienen fundamento. Es decir, que la intervención policial está justificada y esa voz vecinal sirve para impedir comportamientos ilegales. No obstante, de todo esto no puede salir nada bueno para la sociedad. Seguro que crecerá el resentimiento y la venganza una vez haya pasado este cataclismo. La nosofobia es el miedo a contraer enfermedades infecciosas. Por lo que veo, debería ser la palabra de moda. Es ese miedo (a veces pánico) quien nos lleva a ser nosofóbicos por naturaleza.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


mayo 2020
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