En cierta manera, es un contrasentido como ha empezado a gestionar el Principado la fase 3 de esta desescalada. Me refiero a endurecer ciertas normas que incluso el Gobierno central había relejado. Por ejemplo, no permitir la apertura de los locales de ocio nocturno, pese a que el Ejecutivo de Pedro Sánchez lo había aceptado con múltiples restricciones y medidas de seguridad. Digo que es un contrasentido porque en el mismo decreto que obliga a los bares de copas y discotecas a permanecer cerrados, se eleva el aforo máximo permitido en sus terrazas para el resto de establecimientos hosteleros. Tampoco parece muy coherente disminuir la circulación en grupos de 20 personas que contemplaba la normativa nacional a 15, sin saber muy bien el por qué. Además, dudo mucho que en la maraña legal existente la gente se aclare. Incluso resulta chusco que se recomiende el no fumar en las terrazas, al considerarse el humo exhalado como una posible fuente de transmisión del virus. Algo que es absurdo si luego nos vamos a encontrar a ese mismo fumador por la calle. Ojo, esto lo impone la comunidad que presume de tener una de las mejores cifras de lucha contra el coronavirus. Si no llega a ser así, el presidente asturiano, Adrián Barbón, igual nos mantiene todavía a todos en casa confinados.
La gestión asturiana de esta pandemia podríamos decir que ha sido conservadora. Pese a que la sanidad en ningún momento sufrió riesgo de colapso, se pusieron todas las medidas para evitarlo. Nada que objetar. Así se hizo (y bien) porque nadie podía predecir su evolución. Sin embargo, hay ciertas normas que es necesario ir relajando para volver a esa normalidad que tanto añoramos. Porque, si no lo hacemos nosotros, lo harán nuestros vecinos sin ningún remilgo y acabarán atrayendo al turismo. Lo digo sobre todo por Cantabria y Galicia. Es más, todavía no sé qué pinta el hospital montado en la Feria de Muestras de Gijón, si se va a acabar el estado de alarma el próximo día 21. Salvo que se quiera dejar para que sea un estand de la próxima edición de la Feria, la verdad, no tiene mucho sentido. Máxime si tenemos en cuenta que nunca se utilizó, ni está previsto que así sea por una sencilla razón: los recursos sanitarios están a plena disposición en caso de un rebrote. Queremos normalidad, volver a tener la vida que teníamos, con todas las precauciones necesarias. Ya tendremos tiempo en otoño de volver a preocuparnos.
@balbuenajm