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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

La «madrileñofobia».

A todos nos está cambiando la pandemia. En muchas cosas, yo diría que para mal. De hecho, somos más desconfiados y recelosos con el prójimo. Gestos como esperar por el vecino a la hora de subir al ascensor ya no se hacen. Lo importante, según parece, es evitar el contacto, aunque sea con medidas de seguridad por el medio. Hasta que esto pasó, el debate sobre el turismo estaba en si había o no una burbuja. La gente se quejaba de que acaparaba sus calles o lugares habituales, mientras que el concepto de «gentrificación» tomaba cuerpo. Esto es, los residentes eran expulsados de ciertas zonas por culpa de esa invasión. Sin embargo, nuestras aversiones se han vuelto más profundas y refinadas: ahora miramos si el visitante viene de zonas que consideramos de riesgo. Lo cual, en cierta manera, nos ha llevado a una xenofobia de consecuencias desconocidas.

La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, lo ha denominado «madrileñofobia». O sea, el rechazo del resto de España hacia los madrileños, en función de que fueron la zona cero del coronavirus. Incluso nuestro presidente, Adrián Barbón, aludió en varias ocasiones a la inquietud que producía el que llegase gente de fuera. Digo más, hasta he escuchado leyendas urbanas por el Oriente, sobre como esos foráneos se encontraban escondidos igual que si fueran maquis. Miren ustedes, además de las repercusiones económicas innegables que tiene esta nueva xenofobia, se encuentra también el tema social. En Madrid residen 42.627 asturianos, según datos de diciembre del año pasado. Es con diferencia (más del doble) el territorio que acoge a mayor número de nuestros emigrantes. Si se juntasen todos en el paraíso natural, serían el quinto concejo más poblado Superarían, por ejemplo, a Langreo. Pregunto, ¿acaso no tienen derecho a volver para ver a su familia? ¿Acaso no tienen derecho a pasar unas vacaciones en la tierra que los vio nacer? ¿Acaso tienen que sentir rechazo?

Desde luego, resulta innegable que en esta «nueva normalidad» es necesario gestionar el miedo. Hay personas que están incómodas ante la presencia de otras, o que simplemente las repudian. Entiendo que si se levantan las restricciones de movilidad es porque se dan los requisitos. Ningún gobernante -máxime después de lo que hemos vivido- se arriesgaría a tomar una medida así, sin estar seguro. La «madrileñofobia», o cualquier aversión hacia lo de fuera, no tiene ningún sentido.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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