A la Semana Negra hay que reconocerle dos cosas. La primera, su capacidad para el autobombo. Desde luego, no existe evento que sepa venderse mejor. Si uno no viviese aquí y conociese su historia, pensaría que Gijón existe gracias a ella. O sea, que no fue esta ciudad quien le dio una oportunidad a ese proyecto hace ya 33 años, sino que nuestro sitio en el mundo lo tenemos por el certamen. De hecho, ha creado una serie de mitos y leyendas que, como nadie los rebatía y eran parte del discurso oficial que salía del Consistorio, acabaron convirtiéndose casi en dogmas de fe. Recordemos que año tras año anunciaban que la habían visitado un millón de personas. Oigan, y daba igual una edición que la siguiente porque siempre estaban abonados a esa cifra, cuando la Feria de Muestras anda sobre las 700.000 visitas en el doble de tiempo y controladas por entrada. Lo mismo que las toneladas de libros que eran capaces de vender, más incluso que la Feria del Libro de Madrid y Sant Jordi en Barcelona juntos. O que todos los medios internacionales estaban pendientes de su celebración, cuando el comentario general no suele pasar de una breve reseña. En esta mermada versión por el coronavirus, sus organizadores siguen en la misma línea y nos anuncian que seremos «la capital literaria internacional». De verdad, estos tíos son unos fenómenos.
Y la segunda cosa: la capacidad de supervivencia. Miren ustedes, ha sabido sobreponerse a cualquier tipo de adversidad. Desde un cambio de gobierno en el Ayuntamiento, pasando porque su creador (Paco Ignacio Taibo) dejase la dirección, o una nefasta gestión económica que le causó casi la ruina en 2016. Fíjense que en estas circunstancias se han suspendido todo tipo de festivales y eventos. Desde El Sella, las hogueras de San Juan o una simple verbena de barrio. Sin embargo, ahí está la Semana Negra con una magnífica subvención municipal de 175.000 euros, para que no le falte de nada. Es más, pese a que en los últimos tiempos estaba en profunda decadencia y era más de lo mismo, nuestra alcaldesa, Ana González, nos invita a que «nos liberemos de nuestros prejuicios contra ella». Volviendo, sin duda, a ese discurso oficial que dice que sólo se puede hacer cultura en Gijón desde un lado: el de la izquierda, por supuesto. No sé, supongo que hay que tener un gen especial – el «gen negro», lo podríamos llamar- para que nada te afecte por grave que sea. Ni siquiera una pandemia.
@balbuenajm