Dentro del difícil equilibrio en el que nos movemos, debemos considerar a Asturias como zona privilegiada. Ojo, lo digo con todas las reservas, puesto que la situación puede cambiar en un minuto. El que estuviéramos 25 días sin un solo contagio por coronavirus, nos ha llevado a las portadas de todos los medios nacionales como ejemplo de buena gestión. Destacan nuestra capacidad para anticiparnos (montamos un hospital de campaña en la Feria de Muestras de Gijón que ni se llegó a estrenar), las medidas de prevención tomadas (estamos por encima de la media en la detección de la enfermedad) y, en general, una sanidad muy eficiente que dio la cara (en ningún momento se vio desbordada, ni siquiera en la fase más dura). Por eso, en los estudios de seroprevalencia, o sea, el porcentaje de población que ha estado en contacto con el virus, tenemos unos de los más bajos de España. En concreto, en el último realizado se apunta a que solo un 1,9% de los asturianos cuenta con anticuerpos contra el COVID-19. Compárenlo con el 5,2% que de media existe en el país y llegaremos a la siguiente conclusión: el coronavirus nunca llegó a entrar de lleno en nuestro paraíso natural. Dicho en otras palabras: tuvimos barreras de protección.
Una de ellas, yo diría que la más relevante, ha sido nuestro legendario aislamiento. El mismo del que ya hablaba Jovellanos hace dos siglos. Según los expertos, en esta ocasión, ha jugado a nuestro favor. El que seamos una región aislada, incluso en algunas ocasiones olvidada de la mano de Dios, nos ha venido bien durante la pandemia, aunque sea una paradoja. Fíjense si no en lo siguiente. El coronavirus entró en España en enero procedente del norte de Italia. ¿Cuántas conexiones tenía Asturias con ese país? Ninguna, puesto que nuestro aeropuerto se quedó sin vuelos internacionales, una vez más. Por aquellas fechas, únicamente operaba una ruta a Londres. En cuestión de ferrocarril, como sabemos de sobra, no tenemos alta velocidad, ni tampoco es un medio de llegada masiva debido a su precariedad. En cambio, Madrid es un gran centro de conexiones con el mundo, lo que favoreció que se convirtiera en la zona cero. No olviden que hasta Valencia se vio más afectada, debido a un partido de fútbol con un equipo italiano. Por tanto, está bien que se nos alabe como destino seguro, pero que se diga también esto. En materia de infraestructuras, seguimos casi como hace dos siglos.
@balbuenajm