Tengo claro que la Monarquía tiene que ser ejemplar. Es decir, si quiere sobrevivir como forma de gobierno debe mostrar ante todo honradez. Digo más, es que no le queda otra. En un mundo donde todo se discute y ya no existen los dogmas, la Corona tiene que ser a la fuerza ejemplar. El espejo en el que mirarse los ciudadanos. Dicho de otro modo: la institución que tenga el más alto grado de confianza dentro de la sociedad. En este sentido, los presuntos comportamientos del Rey emérito han sido lo contrario a esto que debe ser el abecé de una autoridad de tan alto nivel. Ojo, pero no sólo de la Casa Real, sino de cualquiera que ostente un cargo de representación pública, desde un alcalde hasta el presidente del Gobierno. En nuestro país, hemos asistido aterrados a tramas de corrupción completamente organizadas y no por ello pusimos en duda las instituciones democráticas. Si ha habido diputados o partidos corruptos, nadie ha dicho que debería desaparecer el Parlamento. Algo que parece se quiere acometer con la Monarquía constitucional, aprovechando este mal momento por el que pasa. Tal parece que lo que está en un brete es la forma del Estado y no el comportamiento individual del Rey Juan Carlos I, a todas luces reprobable. Si lo que se pretende es un cambio de régimen, como algunos propugnan, nadie puede garantizar que con un presidente de la República no pase lo mismo. Ah, que lo puedes echar y elegir otro. Claro, exactamente igual que a un Rey como reza en nuestro ordenamiento jurídico. La Constitución tiene el mecanismo para inhabilitar a cualquier monarca a través del Título II, donde se regulan los deberes y obligaciones que debe acometer.

Sin embargo, esto no parece ser suficiente para quienes quieren efectuar un trabajo de demolición incontrolada. Ese virus inoculado dentro de la Corona en forma de codicia, dinero fácil y un cierto de halo de impunidad parece que algunos lo quieren aprovechar. Si ahora se pone en solfa a esta institución, luego vendrán todas las demás creadas con el régimen democrático del 78. Esa es la teoría del líder de Podemos y vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. Hay que crear medios de comunicación públicos, porque los existentes están viciados y al servicio de los poderes del dinero. Hay que revisar el sistema de partidos, porque no sirve al ciudadano. Hay que… Y así, hasta que no quede ni rastro de la mejor época de prosperidad que ha tenido España.

@balbuenajm